Si hay un partido en la Junta General del Principado que desconoce hacia dónde se dirige, que vive en la indefinición, ése es Izquierda Unida. Y eso que en Asturias es en la comunidad autónoma en la que mejor se encuentra situada la coalición de izquierdas, con una representación institucional importante y con una fuerte organización territorial. Pero así y todo, mientras no se despeje hacia dónde camina la dirección federal del partido, hasta que se sepa realmente lo que pretende hacer Alberto Garzón, mandará la confusión.
Cuando Ramón Argüelles se convirtió en el coordinador regional de IU todo hacía presagiar que las relaciones de esta formación con Podemos se estrecharían. Y ciertamente que el exalcalde de Lena lo intentó, pero a lo que parece la respuesta que recibió de los máximos responsables de los podemistas asturianos no fue la que esperaba, por lo que todo sigue como siempre. Es como si la formación de Pablo Iglesias estuviese a la espera de la rendición de IU y su sometimiento al partido morado. Si Garzón se doblega, deben pensar, lo mismo pasará con el resto de la coalición en todas y cada una de las regiones.
Pero suceda lo que suceda en Madrid y en el resto de comunidades, lo que se puede asegurar es que en Asturias hay un sector relevante de IU que no está por la labor de integrarse en Podemos, un sector en el que sobresale el portavoz parlamentario, Gaspar Llamazares, y que está empeñado en intentar facilitar la gobernabilidad de la región, lo que choca frontalmente con la estrategia totalmente obstruccionista de los podemistas, quienes desde su llegada a la Junta han negado cualquier tipo de colaboración a los socialistas.
El grupo parlamentario de IU está quejoso con el Gobierno que preside Javier Fernández. Considera que en demasiadas ocasiones su inacción no ayuda a crear un clima adecuado de entendimiento; más bien todo lo contrario, es, creen, como si estuviese dando alas a Podemos. En todo caso, el funambulismo de IU no es fácil de compaginar con otras fuerzas.
