Desde el año pasado el lobo se ha convertido en una auténtica amenaza para todas aquellas personas que, como yo, tenemos unas ovejas para mantener la finca limpia.

A principios del año pasado, el lobo hizo su primera aparición por los pueblos de Repolles y Corias, llegando a matar más de cuarenta ovejas, lo que hizo que muchos de los vecinos se deshicieran de ellas para evitar el mal trago que se pasa cuando encuentras a un animal herido o muerto. En mi caso, el primer ataque se produjo el 19 de marzo, y fue un cordero que desapareció completo, sólo apareció un poquito de lana. A los dos días desaparecieron otros dos corderos, de los que sólo encontramos una pata y un ojo.

Al final, en agosto, se produjo el ataque más grande, en el que nos mató una oveja y dejo malherida a otra que, por el cariño que le teníamos, estuvimos curando hasta enero de este año y ha conseguido recuperarse. Un ataque que se produjo a cincuenta metros de casa.

La temporada de caza había conseguido mantenerlos alejados del pueblo, pero ayer mismo volvieron a presentarse, matando cuatro animales.

La angustia es tremenda cuando les abres la cuadra por la mañana, se te quedan mirando y no sabes si cuando vuelvas a echarles una mirada seguirán vivas.

Todas las tardes, corriendo, antes de que anochezca para poder guardarlas en la cuadra y que el lobo no se las lleve. Da igual, no hay nada ni nadie que nos proteja de él; si no se las come de noche, lo hará de día.

Necesitamos que la Administración tome medidas para evitar que los lobos se paseen por mitad del pueblo como si nada.

Angustia mientras escribo... ¿Seguirán vivas?