Covadonga Jiménez

Análisis | La falta de estímulos al sistema de I+D, con grandes diferencias entre regiones

Covadonga Jiménez

Fatiga crónica en investigación

La investigación es una carrera de fondo, no un sprint de un año. Por eso, como en la práctica deportiva, el seguimiento y evaluación es un elemento imprescindible. Lo es también para conocer la salud del deportista. Y el sistema de I+D+i español y, el asturiano, en particular, hacen aguas. En términos médicos, no gozan de buena salud. Mientras que los países de la UE destinan el 2,03% del PIB a I+D, en España solo 1,22%, lo que supone que nuestro esfuerzo investigador es un 81% más reducido. En el Principado de Asturias se reduce al 0,73%. He aquí el diagnóstico.

El sistema jerárquico del país tampoco fomenta la creatividad. Se espera que los estudiantes e investigadores posdoctorales reciban órdenes de superiores en vez de intentar nuevos métodos y desarrollar ideas revolucionarias. Pero faltan recursos y también puestos de trabajo. En medicina deportiva la prueba de esfuerzo o ergometría se utiliza, entre otros fines, para valorar la respuesta del corazón al ejercicio pues aumenta el trabajo del músculo y, por tanto, la necesidad de aporte de sangre. Y aquí, en el corazón de la I+D, la máquina se ha tensado al máximo.

Como cualquier inversión a largo plazo, la investigación pierde financiación cada vez que hay una emergencia (o una crisis). El problema es que nuestro país vive en una continua emergencia y no quiere invertir en algo que no dará beneficios hasta dentro de un mínimo de diez años. La investigación, como carrera de fondo, no se debería tratar como la educación o la sanidad. Hablar castellano, o catalán, o cualquier idioma oficial del país no es necesario para investigar. Los mejores no hablan nuestros idiomas oficiales, y aun así siguen siendo los mejores. En investigación, las conversaciones relevantes se hacen en inglés. Se necesita un método más flexible (distinto al del funcionariado) para la contratación de investigadores.

El sistema de becas tampoco funciona. Los salarios son bajos, y además, los plazos para pagar, para conceder las becas de movilidad, los requisitos para conseguirlas? cambian sistemáticamente y suelen llegar tarde. Otra fuente de estrés y frustración en la carrera investigadora que puede desembocar en fatiga crónica, la sintomatología que sufre el corredor de fondo cuando tiene dificultad para mantener un ritmo determinado que antes dominaba sin dificultad.

Pese a la rigidez del sistema, la Universidad de Oviedo realiza esfuerzos para retener a los mejores: a los investigadores con contrato "Ramón y Cajal" les ofrece una garantía de continuidad a diferencia de lo que hacen otras universidades. Aun así, no es suficiente. No existe flexibilidad para contratar al mejor. Esto tiene que ver con un sistema de funcionariado obsoleto que contribuye a mantener lejos a los talentos extranjeros. Y eso se evidencia en el sistema de investigación. Salvo en Murcia, en todas las comunidades autónomas ha caído la ratio I+D/PIB en los últimos años. El País Vasco es la región que más esfuerzo realiza en este parámetro, con un 1,92% de su PIB destinados a investigación y desarrollo, lo que multiplica por seis la ratio de la comunidad que menos invierte, Baleares, con un 0,32%.

Asturias se sitúa en la parta baja de la tabla, con un 0,73%. Pero las mayores diferencias tienen lugar en el esfuerzo inversor de las empresas, donde la región que más invierte (País Vasco, 1,42%) multiplica por 29 la ratio de la que menos invierte (Baleares, 0,05%). Tras el País Vasco, Madrid (1,71%), Navarra (1,64%) y Cataluña (1,52%) ocupan el podio del mayor esfuerzo inversor en I+D, según los últimos datos del INE. La estadística de 2015 también refleja que Asturias, junto con Canarias (0,48%), Castilla-La Mancha (0,54%), Extremadura (0,66%), se sitúa en el vagón de cola. Ninguna de estas regiones pasaría el test de esfuerzo en I+D. O por continuar en la terminología médica: requieren tratamiento. El resultado asturiano es el peor desde 2005.

Investigar, dice el exprimer ministro de Finlandia, Esko Tapani, es invertir recursos para obtener conocimiento, mientras que innovar sería invertir conocimiento para obtener valor, lo que expresa muy bien el fenómeno de retroalimentación que se produce con una estrategia exitosa de I+D+i.

Las grandes empresas tienen su departamento de I+D+i, pero muchas medianas y pequeñas -la mayor parte del ecosistema asturiano- lo consideran un gasto innecesario para su producción. Los números señalan también a las empresas como factor destacado en el declive de la inversión en Asturias. El gasto en I+D de la Administración pública y la Universidad aumentó en el último año. Sin embargo, el de las empresas bajó casi el 20%: de 88,9 millones en 2014 a 71,15 millones en 2015. Y en conjunto, los 158,6 millones de euros destinados a I+D en Asturias en el último ejercicio fueron un 7,6% menos que la cifra registrada un año antes. Ese retroceso fue también el mayor observado en España en ese período.

A la cola de España pero también de la UE. El gasto en I+D+i por habitante en España se sitúa en 143,8 euros. Los países con mayores cifras de gasto en I+D+i por habitante son Suecia, Noruega y Finlandia, con cifras de 1.411, 1.260 y 1.194 euros respectivamente. Al nivel de España, entre los que menos invierten están Chipre, Letonia, Croacia, Bulgaria, Serbia y Rumania, con una inversión inferior a los 100 euros por habitante. Ese bajo esfuerzo inversor en I+D sostenido en el tiempo repercute también en un menor stock de capital tecnológico. Y como en la relación del esfuerzo inversor en I+D sobre el PIB, también en este caso las diferencias entre regiones son enormes: mientras que en Madrid un trabajador utiliza de media un stock de capital tecnológico valorado en 6.500 euros (constantes de 2010), en Baleares el valor es de poco más de 1.000 euros. Una evidencia más de que la inversión, las empresas y el personal dedicado a las actividades de innovación, investigación y desarrollo siguen concentrados en muy pocos territorios. Los rezagados se alejan en esta carrera de fondo de la investigación de una meta también llamada vanguardia tecnológica.

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