Días pasados, nos sorprendió un representante parlamentario con una serie de palabras mal sonantes en retahíla, que no se sabía muy bien a qué obedecían.

¿Se está "vulgarizando" el Parlamento, igualando, por abajo, con los de otros países que acaban en ocasiones llegando a las manos? ¿No hay un reglamento que obligue, por respeto a la Cámara y al ciudadano, a vestir correctamente y a que la disertación convenza a los que votaron a ese representante y parezca bien a los que no le votaron, todo ello encaminado a las mejoras que se persiguen?

No vamos a pedir un nivel de oratoria como el que se dice alcanzaba Castelar, pero sí un discurso bien preparado y respetuoso.

Otro ejemplo negativo lo tenemos en un grupo de padres que asisten a un partido de fútbol que juegan sus niños y termina en batalla campal. ¡Qué ejemplo para los niños presentes y para los que lo vieron en diferido!

Sigamos con lo que no debe ocurrir.

Padres que agreden o insultan a maestros y profesores porque corrigen a sus hijos.

Parecido sucede con médicos y personal sanitario, insultados y agredidos por pacientes, descontentos con una baja o diagnóstico.

Como contrapunto, un fiscal que pide pena de cárcel para una madre denunciada por su hijo menor por prohibirle el móvil para que estudie.

Anciano que regresa, después de trabajar duramente durante toda su vida, para vivir su última etapa en un pequeño adosado y se encuentra que han robado todo lo que podía llevarse y han destruido el resto. Ha tenido que pagarles para que se fueran.

Para terminar, una serie de personas empeñadas en "trocear" España, teniendo en contra a instituciones de su comunidad, mayoría de ciudadanos, leyes y organismos nacionales, etcétera.

Para que no falte nada, están saliendo a diario los juicios que durante años estuvieron en preparación sobre corrupción.

¡Devolución de todo lo llevado ilegalmente, y con intereses!