Portavoz parlamentario y coordinador de IU

Los Presupuestos de Rajoy y Cascos, como para gritar hasta la Escandalera

Resignarse no debe ser una opción ante unas cuentas que hipotecan el futuro de Asturias

Hay presupuestos públicos históricos para una comunidad porque hacen posible que se desplieguen medidas que benefician a varias generaciones de sus habitantes. Sin embargo, en ocasiones ocurre que se aprueban unos presupuestos públicos que se convierten en históricos por todo lo contrario, por hipotecar el futuro de toda una colectividad.

La presentación del proyecto de Presupuestos Generales del Estado esta semana por parte del Gobierno anuncia que Asturias corre el riesgo de padecer unos presupuestos públicos históricos precisamente por lo segundo.

Por un lado, muestran una renuncia obscena del Gobierno a cumplir con los compromisos que había contraído con los asturianos de manera formal. El ejecutivo se ha dado un hachazo a si mismo. La inversión prevista cae un 30% en comparación con lo presupuestado en 2016 pero es que eso significa que se pretende consignar un 24% menos para el bienio 2016-17 de lo que hace un año estaba incluido en los documentos presupuestarios aprobados en el Consejo de Ministros. Menguan las previsiones y éstas luego siempre se ejecutan a la baja, o a la bajísima. La Variante de Pajares, la obra asturiana más dotada en los últimos presupuestos aprobados, tuvo un nivel de ejecución inferior al 30% en el último año, más de 80 millones presupuestados que se fueron al limbo de una tacada.

Y todo ello no parece lo peor. Escuchar a Mercedes Fernández causa verdadera alarma. La máxima voz autorizada en Asturias de la guadaña de Rajoy nos dice que la persiana ya se ha bajado porque los asturianos no merecemos más, expresado con sus propias palabras: "las inversiones caen porque las infraestructuras ya están terminadas o en marcha".

Parece claro que quieren coger los bártulos y marchar, sin emprender si quiera lo que ellos mismos anunciaron a bombo y platillo, como el plan de vías de Gijón, la modernización de nuestra cercanías, los fondos mineros firmados con los agentes sociales, las carreteras pendientes, etc.

Y sin embargo, antes de marchar pretenden dejar a Asturias a los pies de los caballos. Dentro del concepto "infraestructuras en marcha" sin duda está la variante de Pajares, pero hay maneras y maneras de acabarla de una santa vez. Se puede acabar en beneficio de Asturias o se pueden satisfacer las neuras del Señor Cascos, sin pensar en todo lo que se lleva por delante este capricho de última hora.

Del ancho de vía de la Variante de Pajares depende en buena medida el desarrollo económico de nuestra tierra. No es un complejo debate que deben resolver unos técnicos cualificados, se trata de elegir entre posibilitar una salida ágil a los tráficos de mercancías que puede captar Asturias o invitarles a buscar otras alternativas de tránsito. Ofrecer a los operadores de transportes el paso por el cuello de botella de la rampa decimonónica de Pajares, como única opción de paso para sus mercancías, es alentarles a buscar otras alternativas más propias del siglo XXI. Ello sería una condena para nuestra tierra, convertida en un fondo de saco, con sus actividades portuarias, zonas logísticas y una parte de sus empresas al borde de la asfixia.

Y esto se pretende perpetrar precisamente cuando Asturias se encuentra ante una gran oportunidad de desarrollo, gracias al crecimiento exponencial de los tráficos mercantes que buscan la introducción de productos en Europa a través del eje atlántico. Los puertos cantábricos pueden salir ganando con esta nueva coyuntura, pero sólo lo harán aquellos que tengan una buena conexión con el Corredor Atlántico. Si se estrangula ese itinerario con rémoras como la Rampa de Pajares, habremos perdido el tren de la Historia. Otros si sabrán subirse a él.

Los datos son una catarata de agua fría sobre las espaldas de los asturianos, arrojada por un señor gallego que es Presidente precisamente gracias a la proactividad del actual jefe del ejecutivo asturiano. Qué ingenuos éramos cuando pensábamos que ese empujón de un insigne asturiano a un burlador de Galicia traería alguna buena noticia para nuestra comunidad, aunque solo fuera por cumplir con alguna regla de buena vecindad o auxilio mutuo.

Ante este oscuro panorama, la resignación no debe ser ni siquiera una opción. La alianza firmada sobre las infraestructuras asturianas, que precisamente no quisieron suscribir, qué casualidad, los partidos dispuestos a avalar este desaguisado presupuestario, tiene que convertirse en una palanca potente para evitar que un disparate acabe en los libros de historia. Aunque no ha de ser la única, porque los asturianos ya gritan contra esta infamia y seguramente han de hacerlo hasta la escandalera, si no quieren que estos presupuestos metan a Asturias en un gran túnel oscuro, en el que sólo se vea una vía de transporte hacia la emigración a alta velocidad.

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