La celebración de la Semana Santa ha provocado que salgan a la luz los nuevos Fraga Iribarne. Es conocida de sobra la anécdota ocurrida en la Transición cuando Fraga, entonces ministro de la Gobernación, le dijo a un grupo de políticos y sindicalistas que le pedían la venia para celebrar una manifestación: "La calle es mía", espetó. Los nuevos Fraga reclaman para sí la propiedad de la calle. No a las procesiones, no a una Semana Santa libre y creciente. Comparar la actual con el franquismo es una broma pesada, por repetida y falsa. La intransigencia vuelve con fuerza como si la libertad molestara. No hay quejas a que la calle se ocupe en carreras populares, carreras ciclistas, desfiles folclóricos o días del orgullo gay, pero vade retro Semana Santa. Curiosas lecturas de la libertad.