Hemos vivido profesores y, especialmente, alumnado de 2.º de Bachillerato un curso incierto, sometido a los continuos vapuleos de leyes educativas a los que nos tienen tan acostumbrados los sucesivos gobiernos. Pero tras unos años ya a nuestras espaldas hemos visto que el innecesario cambio de ley -únicamente justificado por dejar huella, a costa de lo que sea- les afectó con consecuencias muy ingratas, como no saber aún en el mes de marzo los contenidos exactos de los que tenían que examinase en la actual EBAU (antigua PAU o selectividad, el cambio de nombre también deja su huella).

Ya hemos finalizado el curso, nos disponemos a preparar con éxito las citadas pruebas obligatorias para acceder a la Universidad y nos llega otro jarro de agua fría para la enseñanza pública: las tasas de inscripción en la EBAU ascienden a 100 euros más 15 euros por asignatura que escojan para subir la nota, teniendo en cuenta las orientativas notas de corte de la carrera que quieran estudiar. Además, el título de Bachiller tiene un coste de 60 euros, aproximadamente. Y eso que nos encontramos en una etapa educativa preuniversitaria y, por lo tanto, formación elemental. Nos preguntamos si las familias con escasos recursos económicos podrían quedar exentas del pago o al menos tener derecho a una reducción y la respuesta administrativa es que la única condición para poder ser reducida a la mitad es la acreditación de familia numerosa.

Nos parece un auténtico despropósito que alumnado brillante y no tanto, pero que ha alcanzado con éxito los objetivos de esta etapa con la mala suerte de encontrarse su familia en paro, tenga que pagar esta cantidad vergonzosa para la enseñanza pública, sin tener ninguna consideración con los económicamente más desfavorecidos.

Mónica García Cangas y cinco firmas de profesores más. Avilés