La columna del lector

¿París no vale una verdad enigmática?

El París de tantas y diferentes efemérides volvió a recibir el encargo de aunar voluntades (tras Kioto, Marrakech y Montreal) y consecuentes responsabilidades para desarrollar y emitir una a manera de "encíclica laica", con contenidos a desarrollar globalmente; para afrontar esa verdad con enigma, abreviada como "cambio climático". La enigmática de los cambios climáticos fosilizados en los subsuelos globales está parcialmente resuelta científicamente. Los fósiles y suelos fosilizados ligados a diversas morfologías geológicas constituyen la base científica del caso: tan exhaustiva como admirable. Los aspectos regionales y locales que atestiguan suelos y fósiles, considerados a escala global, presentan dudas por falta de múltiples datos de los que integran la complejidad de la diversificada tierra, ya sea oceánica, litoral, industrial, urbana y meteorológica próxima. Que existen modificaciones ambientales-climáticas tan próximas como actuales es una evidencia vulgarizada. La influencia de la actividad humana (industrial-urbana) de la sociedad en que está inmersa (bienestar-desarrollo) es una verdad elevada a posverdad incómoda. El vendaval climático cambiante está ahí, relativizado por el grado de desarrollo y necesidades locales de éste para la supervivencia. La posverdad tan incómoda como inconveniente nos obliga a plantear dos escenarios de actuación, son éstos: el camino de las actuaciones es hacia un cambio climático global interrelacionado con todas las actividades y supervivencia vital; cual es la programación de actividades que el hombre debe redimensionar para frenar cambios climáticos locales, regionales y globales. El cambio climático global degradante e incluso destructivo se percibe especialmente dentro de los multiplicados aspectos de las contaminaciones. La respuesta es la reprogramación aceptada y aceptable sobre hábitos de la sociedad consumista. La solución científica y social democrática prefiere establecer una "encíclica laica" con preceptos de seguimiento y cumplimiento universalizados. Desde París tratan de lograr acuerdos de valoración y compromisos de los postulados de tal encíclica geolaica ambiental. No es fácil y hay quienes opinan momentáneamente que París? no vale una verdad llena de enigmas de realización, sobre todo económicos y no menos tecnológicos. Los más entienden que bien vale el esfuerzo y sobreesfuerzo, sobrevenido para dominar desarrollo y bienestar social. La ciencia lo pide, la tecnología también y la economía debe cimentarlo, mediando reordenación de prioridades.

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