Tras la guerra más cruenta de todos los tiempos, fruto del choque entre naciones de Europa, surgió la CECA, para unificar sus sectores básicos; luego la CEE, para crear un mercado común, y al fin la UE, para elevar al plano político la unidad. Una trabajosa sutura para cerrar la vieja herida reabierta una y otra vez, y crear una sociedad en paz bajo un sistema de libertades desconocido en el mundo e inexistente en la historia. Como apenas se ve ya la gran cicatriz de la terrible herida 1939-1945, muchos olvidan nuestra genética criminal, dan por hechas las cosas y piensan que guerra y enfrentamiento se han ido para siempre de Europa. Esas gentes de buena fe, al ignorar que una Europa unida es una planta en tierra difícil, a la que hay que cuidar cada día, o una frágil barquita a contracorriente de la historia, en la que hay que remar con fuerza, tienen tanto peligro como los eurófobos.
