Faltan especialistas en Jarrio

El viernes 18 de agosto nos vimos en la necesidad de acudir al Hospital de Jarrio. A mi hija el médico le diagnosticó mononucleosis. Debido a su débil estado, ya había acudido anteriormente. Llegamos sobre las cuatro. Después de dos horas de espera, nos atendieron. Afortunadamente le observó las amígdalas un facultativo y dijo que tenía que verla un otorrino. Pero en Jarrio no había. Yo no lo podía creer, así que sobre las ocho de la tarde nos derivaron a Oviedo. Mi marido tenía que ir al trabajo. Preguntamos si podíamos ir en ambulancia. Nos dijeron que iba a Oviedo. Como pudimos, emprendimos el viaje y llegamos al HUCA. La chica que cogió el volante no daba crédito pues estaban continuamente mandándoles pacientes por no tener especialistas en Jarrio. Como ella muy bien dijo, este hospital se convirtió en un geriátrico. Yo quedaba asustada. Las salas estaban repletas. El caos era total. Mi hija, que ya se había desmayado en Jarrio, tenía una fiebre altísima y estaba a punto de caer al suelo. Después de esperar al menos dos horas, le dije a la chica que había en la entrada que por favor la atendiesen, que venía ya de estar toda la tarde en Jarrio y estaba muy mal. Ella me escuchó, pero sentía impotencia, pues todo el mundo estaba desesperado. Dada mi insistencia, la metí en una habitación y le puso paracetamol. Pasaron otras dos horas y el otorrino no habló con nosotros y desapareció. La pobre chica tuvo que ir a planta a atender urgencias. Pasadas las once, nos pudo atender. Es injusto, pero el bienestar social desaparece progresivamente para los que residimos en la zona rural. Nada vamos a decir de los que menos recursos tienen.