La columna del lector

La diferencia turística

Este verano he hecho realidad el deseo de unas vacaciones lejos de las zonas más calurosas, bulliciosas y turísticas de nuestro país. El destino elegido me permitió admirar la belleza de impresionantes paisajes de montaña, pasear por coquetos pueblos con construcciones de piedra y madera y "sendear" por rutas donde los bosques y la frondosa vegetación lo envuelven todo con su verdor. Pensaréis... aquí tenemos a otra madrileña que descubre el Principado de Asturias por primera vez.

Bien podría estar hablando de Asturias a decir verdad, pero los lugares que describo se hallan en el Pirineo franco-catalán. Siendo parecidos en cuanto a paisaje, lo cierto es que encontré notables diferencias. Allá por donde fui, incluso en los pueblos más remotos y las sendas más alejadas de la civilización, el trazado de las carreteras, sendas y rutas estaba perfectamente limpio, desbrozado y señalizado para facilitar la seguridad y el tránsito de vehículos, peatones... Además, numerosas sendas y lugares de interés turístico están perfectamente habilitadas para el uso de personas con movilidad reducida y muchos pueblos mantienen sus iglesias y casas singulares abiertas con un amplio horario al público para facilitar las visitas.

Resulta curioso que no aprecié esta "sutil diferencia" hasta que regresé a nuestra región y al lugar en el que resido. Un pueblo a escasos 8 kilómetros de Oviedo donde la vegetación ha tomado al asalto la carretera porque no hay presupuesto habilitado para realizar podas regularmente. Esta deficiencia en el cuidado, mantenimiento, señalización de las carreteras y sendas autonómicas, por desgracia, es extensible a todo el Principado de Asturias, tratándose ya no sólo de una mera cuestión de estética, sino que se ha convertido, en muchos casos, en una cuestión de seguridad.

Curiosamente, mientras escribo estas líneas, escucho en los medios de comunicación los datos estadísticos de la incidencia que el turismo tiene en nuestro PIB, por lo que las administraciones locales y, en especial, la autonómica deberán protegerlo y promocionarlo. Una comunidad con tanto potencial como la nuestra no puede permitirse tener cientos de carreteras, caminos y sendas sin desbrozar, mal señalizados y sin unos accesos dignos.

La marca Asturias Paraíso Natural no puede basarse sólo en "lo verde que está todo", sino en trabajar por crear y mantener unos servicios de calidad, porque si persiste la dejadez y abandono actuales, las comunidades que defienden y apuestan por ese modelo de excelencia acabarán llevándose "el gato al agua" y nuestra región fracasará en el intento por encontrar alternativas al declive industrial, minero y ganadero que padecemos.

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