El profesorado y la Administración pública decidieron apostar desde hace poco más de diez años por el proyecto bilingüe con el objetivo de enriquecer el conocimiento de los alumnos en una o más lenguas extranjeras. Este ambicioso programa ha sido bien recibido por los centros, que no han dudado en implantarlo en sus aulas. Sin embargo, hoy podemos ver que la evaluación de los resultados no ha sido la esperada.

Por un lado, el bilingüismo es un programa muy caro y la Administración no siempre dispone del dinero necesario para hacerlo funcionar.

Por otro lado, no es lo mismo estudiar una asignatura que otra en un idioma extranjero y es por ello que una de las críticas más ácidas que recibe este programa es que la calidad del contenido dado en clase no es la misma en español que en otra lengua, llevando incluso a empobrecer el propio idioma.

Por último, crea muchas desigualdades entre los alumnos, ya que no todos tienen las mismas capacidades de estudiar en otros idiomas, provocando que muchos abandonen el programa antes de llevarlo a su fin.

Ahora bien, como alumna que ha formado parte de este programa en los últimos tres años, quisiera decir que es cierto que mi dominio y capacidades lingüísticas en el idioma extranjero han mejorado. Sin embargo, coincido con los resultados de esta evaluación en que mis conocimientos de ciertas materias quizás no sean los mismos que si hubiera estudiado esas asignaturas en mi propio idioma. Es verdad que con todos los esfuerzos que ha realizado la comunidad educativa en este proyecto no se ha obtenido resultados tan brillantes como se esperaban; aun así, yo me considero afortunada por haber tenido la oportunidad de participar en este proyecto.