El resucitado

Gonzalo Montoya, el joven preso que volvió a la vida en la mesa de autopsia después de que los médicos dijeran que ya era difunto, sólo recuerda estar metido en una bolsa. ¿Pensaría él mismo que estaba muerto y la bolsa era la placenta del más allá? No es probable que alguien indague en los pensares y sensaciones de Montoya en esos momentos, y menos aún que fabule sobre ellos. Sin embargo, los episodios entre la vida y la muerte, con pócimas por medio, alimentan algunos de los mitos literarios más excelsos, empezando por Romeo y Julieta. ¿Tiene menos cuerpo mítico la muerte por desolación individual, si éste fuera el caso? Por otra parte, una civilización construida sobre una resurrección le debe algo a Gonzalo Montoya. En fin, si la providencia lo ha devuelto a este lado, no estaría bien devolverlo a la celda; es lo que intento decir, uniéndome a la petición de indulto de la familia.