230424LNE ANGEL GONZALEZ 173522080

El iletrado vacío que nos distingue

Los himnos me dan algo de vergüenza, lo confieso. No por el himno en sí, su música (a veces estupenda) y su letra, sino por ese paso urgente al modo solemne en cuanto empieza a sonar, buscando como sea las fuentes de una mirada encendida digna de los muertos que suele haber detrás. Me gustan sólo las letras que no van de grandeza, sino de amores varios, como la de Asturias. La del himno de Madrid es coña de la buena, y aunque Agustín García Calvo (el autor) se saltara el semáforo, lo que cuenta en ella es el país actual. En cuanto a la falta de letra del de España, me parece bien, pero se debe poner en valor esa singular condición iletrada, un vacío que algo denotará. Ejemplos al gusto: a) el vacío existencial del unamuniano sentimiento trágico de la vida; b) el rostro silente del enigma que somos; c) al colmo de la vanguardia (como 4'33", la pieza en silencio de John Cage); d) nada.

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