Consejero de Presidencia y Participación Ciudadana

Una oportunidad para el acuerdo

La necesidad del concurso social, no sólo político, para avanzar en el cumplimiento de objetivos del Plan Demográfico

A finales del pasado mes de octubre, el Consejo de Gobierno aprobaba el primer Plan Demográfico del Principado de Asturias. Un documento que, partiendo de un riguroso diagnostico elaborado por el Observatorio del Territorio de la Universidad de Oviedo, se estructura en siete ejes y contempla 216 acciones que movilizarán 2.275 millones de euros en los próximos diez años, a través de una detallada memoria económica. Una iniciativa que desde el inicio propuso y lideró el Gobierno de Asturias.

En nuestra comunidad, no exenta de la dinámica demográfica del noroeste peninsular, se produce un avanzado envejecimiento de la población, un importante desequilibrio entre jóvenes y mayores y una dinámica dual entre área central y zonas rurales. Es, sin duda, nuestro mayor desafío sobre el que conviene apuntar algunas cuestiones importantes:

Las políticas demográficas requieren de un amplio consenso porque necesitan de medidas sostenidas en el tiempo, algo difícil en un país que acostumbra a cambiar sus sistemas educativos en función de la orientación política de sus gobiernos, pues aún en el caso de tener éxito las medidas propuestas no es posible revertir en el corto plazo dinámicas demográficas fraguadas desde hace décadas. Causas económicas, sociológicas y culturales de amplio alcance que requieren que no se resuelvan con planteamientos de corto alcance. Solo tres Comunidades en España disponemos de un Plan Demográfico. En ninguna de las otras dos contó con el apoyo de los grupos de la oposición. Por eso, en Asturias el esfuerzo por el acuerdo fue desde el inicio un objetivo prioritario. Pueden consultarse las aportaciones de cada grupo político; muchos de ellos han trabajado de forma intensa a favor de un Pacto Demográfico, lo que merece todo el reconocimiento.

Precisa de un tratamiento integral, pues no hay constancia de éxito en otros territorios solo con medidas aisladas, por muy mediáticas que parecieran. Esa visión global se concreta en el Plan de Asturias en acciones concretas en materia de dinamización económica, conciliación, relevo generacional, políticas migratorias, medidas de reequilibrio territorial, de envejecimiento activo y adaptación al cambio.

Necesita del concurso social, no sólo político. En Asturias son muchos los colectivos, entidades y organizaciones, junto a formaciones políticas, que se han comprometido presentando propuestas y transmitiendo sus inquietudes en torno a la necesidad de afrontar nuestro reto demográfico.

Es ahora la Junta General la que debe decidir sobre las modificaciones y aportaciones necesarias para enriquecer el documento inicial, para lo que el Gobierno de Asturias ha mostrado siempre su máxima disposición al diálogo y al acuerdo.

Es una política compleja. Un grupo político presentó una serie de enmiendas al proyecto de presupuestos para 2018 que creaban un nuevo programa de ayudas a la maternidad por importe de casi 1,9 millones de euros. El problema es que recortaba en más de medio millón de euros los recursos destinados a la justicia asturiana, reducía en 200.000 euros la seguridad del Centro de responsabilidad penal de Sograndio, dejaba en la mitad las ayudas a nuestra emigración más necesitada o expulsaba a Asturias del Arco Atlántico Europeo o del Grupo de Regiones de Iniciativas de Vanguardia, al eliminar todas las cuotas de Asociación de Asturias con las redes europeas. Seguro que lo hacían con la intención de ayudar en la dinamización demográfica, pero demostraban una importante carencia a la hora de priorizar políticas, enfrentando unos programas presupuestarios con otros no menos prioritarios. Precisamente lo que debemos evitar: parches y consecuencias negativas frente a un tratamiento integral y serio.

La evolución económica condiciona. Numerosas regiones europeas con una alta renta pierden población, pero muy pocas cuya actividad económica está en declive logran crecer. Por eso este plan destina más del 40% de sus recursos a las medidas de dinamización económica y generación de oportunidades. El plan se ha fijado en las orientaciones para hacer atractivo un territorio en el Programa de Desarrollo de las Tierras Altas de Escocia, uno de los proyectos de regiones europeas de mayor éxito.

Fijarse en quienes ganan población. Las experiencias europeas de éxito se reducen a tres ámbitos: países nórdicos, área anglosajona y Francia. En el primer caso debido al desarrollo de servicios públicos avanzados, en el segundo por su extensión, a pesar de su baja calidad, y en el tercero a causa de una voluntad política de apoyo a las familias de manera sostenida desde hace más de cuatro décadas. Pero incluso en estos casos también aparecen desequilibrios y efectos no deseados. Es necesario un tratamiento integral y equilibrado.

No existen medidas milagro. Este plan trata de abordar un problema complejo, con causas y consecuencias muy distintas, desde un punto de vista integral. El primer partido en abandonar la mesa de acuerdo por el pacto demográfico pidió de forma inmediata un plan con memoria económica para luego, cuando se presentó, criticar que era mera literatura y finalizar presentando como medida única ayudas directas a la natalidad. Los problemas serios necesitan de planteamientos rigurosos.

Conciliación, pero no sólo sobre las mujeres. Las encuestas señalan que para decidir tener hijos, por encima del condicionante económico, se encuentran las dificultades para la conciliación. El plan propone un conjunto de medidas, desde la sustitución en el medio rural hasta la racionalización horaria, pero sin caer en el error de volver a hacer caer la conciliación solo sobre las mujeres, perpetuando una sociedad desigual.

No es solo una responsabilidad autonómica. Se necesita del concurso de todas las administraciones, pues forma parte de un fenómeno global -ese invierno demográfico europeo en el que un tercio de las regiones perdemos población-, por ello Asturias lideró la creación de un grupo de comunidades frente al reto demográfico -con la primera declaración institucional en España que alertaba del problema demográfico-, consiguió incluir la materia en el Acuerdo de Asociación entre España y la UE, y fue determinante para que a través de la Conferencia de Presidentes, se diera la relevancia adecuada en la agenda política de nuestro país, con el compromiso de elaborar una Estrategia Española para los retos demográficos.

La demagogia resta crédito. Hay quien ha afirmado que el declive demográfico está relacionado con el color político de un gobierno, como si Galicia, Castilla y León o Cantabria hubieran compartido gobiernos de una misma orientación, o como si el mapa europeo de la proyección demográfica guardara relación con políticas progresistas o conservadoras. La opinión de la Comisionada para el desafío demográfico sobre el Plan de Asturias hubiera pasado desapercibida sino fuera por esa valoración tan positiva del desacuerdo que se ha instalado en algunas formaciones políticas. Quien reclama altura de miras en el Estado no puede descender tan bajo allí donde puede demostrar su compromiso.

El pesimismo no atrae población. Hace tiempo que el Gobierno de Asturias pasó de los diagnósticos a la acción en esta materia. Quedarse en los análisis y las proyecciones de futuro, no aporta soluciones. El debate debiera centrarse en las medidas, en su diseño, desarrollo e intensidad.

Prepararse para los cambios. Un fenómeno consecuencia de una dinámica demográfica de décadas, cuyo resultado, entre otros, es un envejecimiento muy acusado de la población, tiene efectos sobre la dinámica social, las políticas y el gasto público. Apuntemos, por ejemplo, que la mitad del gasto sanitario de una persona se produce en el último año de su vida. Afrontar esta situación no significa renunciar al cambio de orientación demográfica.

Nada sin ambición. En el departamento francés de L'Aveyron, que contaba a principios de este siglo con poco más de 270.000 habitantes -una cuarta parte menos que cien años antes-, y que no hacía más que perder población, su Asamblea Departamental decidió poner en marcha hace dos años un plan integral que tiene por objetivo superar esa cifra de habitantes en el plazo de diez años. Para ello movilizaron a todos sus agentes locales y conectaron todas sus acciones de gobierno en función de este objetivo. Sin ninguna proyección que avalara esa evolución, en estos dos años, su población ha aumentado en unos mil habitantes. Lo que parecía una meta imposible, empieza a abrirse paso entre los adversos pronósticos.

Asturias supera el millón de habitantes. El primer objetivo del plan demográfico es frenar el decrecimiento. La ambición no es más que la confianza en el territorio y las personas que desarrollan en él sus actividades. En L'Aveyron marcaron un objetivo, pero sobre todo, pensaron en la rentabilidad del acuerdo político y la ambición por un futuro mejor. En Europa, el espacio regional es el más efectivo para la movilización social y la dinamización económica. En Asturias también es posible.

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