La importancia de llamarse Mariano, que diría el gran Oscar. Mariano Marín Albi, gijonés de 1963, flamante e incluso rutilante delegado del Gobierno en Asturias, perpetuó ayer el recuerdo de su paso por la Convención Nacional del PP en Sevilla, y olé, fotografiándose junto al presidente del Gobierno de España (lo que queda más o menos de ella), Mariano Rajoy Brei, quien nada en el proceloso mar de la política nacional con vocación de efigie y sonrisa al viento, como si tal cosa. En la foto -Mariano, el nuestro, es buen aficionado-, Rajoy casi carcajea mientras Marín se contiene, quizá porque no es de suyo hombre de risotada abierta. ¿Hablarían los dos Marianos del máster fantasma de María Cristina Cifuentes Cuencas, la presidenta capitalina? Apostaríamos que no.
En corto y por derecho
