Los políticos y los partidos políticos son el gran problema de España, detrás del paro y la corrupción.

Thomas Hobbes construye el absolutismo como un pacto entre los hombres para protegerse del mal, naciendo así el Estado moderno. Pero es su compatriota J. Locke el que de verdad diseña el Estado liberal actual, sujeto al Estado de derecho.

Locke pone el Estado en su sitio, advirtiendo de que es un mero instrumento artificial y limitado y que los individuos que ejercen el poder dentro de él deben ser vigilados y controlados, pues los abusos de poder son algo habitual dentro de toda organización.

El otro autor imprescindible para comprender la corrupción es, por supuesto, Max Weber. Éste avisa del peligro de los partidos políticos que están para proporcionar poder a sus dirigentes y éstos proporcionan con las tramas corruptas las filtraciones de exámenes para que los aspirantes obtengan plaza. De este modo tan burdo pero eficaz el partido se refuerza con el "clientelismo" (estómagos agradecidos).

La única posibilidad de cortar la corrupción es establecer controles de Policía judicial dependiente de los Juzgados y exigir total transparencia (identidad) del personal que maneja los exámenes.

España es según Transparencia Internacional uno de los países más corruptos del mundo (está a nivel de Botswana).

Y, por último, el argumento de Maquiavelo, en política todo es manipulación e intereses.