Coordinador general de IU en Asturias

Por una agenda de cambio para salvar la legislatura

Para que la izquierda continúe por la senda del entendimiento hace falta un Gobierno con más talante y talento

Desde 1983, la Junta General del Principado de Asturias no presentaba una correlación de fuerzas tan escorada a la izquierda como la que existe en la actualidad. Ello debería haber servido para acumular en el BOPA propuestas nítidamente progresistas y se cambio, desde el inicio de la Legislatura, lideradas por una izquierda diversa y plural que tendría que haberse puesto de acuerdo hace ya bastante tiempo, al menos, en algunas cuestiones de mínimos y orientadas a desarrollar políticas públicas que favorezcan especialmente a quienes más han sido golpeados por la crisis y para impulsar determinados proyectos estratégicos para el futuro socioeconómico de Asturias.

Ha costado encontrar vías de entendimiento, pero la aprobación del crédito extraordinario debe ser el punto de arranque para alcanzar más acuerdos y más ambiciosos. Asturias no puede permitirse el bloqueo de sus instituciones ni tampoco el continuismo de un Ejecutivo ramplón y en demasiadas ocasiones paralizado. Hemos dicho muchas veces que no nos resignamos a que ésta sea una legislatura perdida y para ello todos tendríamos que ponernos las pilas de manera inmediata, empezando por el Gobierno.

El acuerdo de esta semana debe servirnos a todos para cambiar de una vez el chip: no se ha alcanzado para avalar a través de él la trayectoria reciente del Partido Socialista en Asturias, al contrario, sin renunciar a la crítica hacia un Gobierno que nos ha defraudado en muchos aspectos, de lo que se trata es de ser útiles a los asturianos y a las asturianas. Y, sobre todo, se trata de ser ante todo responsables, anteponiendo el interés general de la ciudadanía al supuesto rédito electoral que otorga subirse al carro del desgaste ajeno por hostigamiento. Dicho sea de paso, muy dudoso resulta que ese rédito de verdad se produzca, en una sociedad que cada vez aborrece más la falta de diálogo y la parálisis de la iniciativa pública.

Para que la izquierda continúe por la senda del entendimiento necesitamos un Gobierno con más talante y seguramente, permítaseme el juego de palabras, con más talento. Su Presidente ha expresado recientemente su deseo de acuerdos por la izquierda, pero todos los días tenemos que preguntarnos qué hace él para conseguir avances en tal sentido. Su atonía no es precisamente un acicate para ello y la agenda política debería estar abarrotada de iniciativas promovidas por el Gobierno en busca de encuentros. Lamentablemente, el listado de planteamientos en los que este Gobierno actúa tarde, mal o nunca es interminable.

Por si esto fuera poco, el trato al que está sometiendo el Gobierno autonómico a los ayuntamientos resulta incomprensible y lo enturbia todo, hasta el punto de parecer un hostigamiento programado no se sabe si por una torpeza supina o como coartada y camino para sacudirse competencias, obligaciones y responsabilidades. El progreso de Asturias pasa por lograr alianzas sociales y políticas en torno a un proyecto común. Una de esas alianzas clave es la que deben establecer entre si las diferentes administraciones públicas. Es imposible acometer un proyecto de fortalecimiento de Asturias si no se cuenta con la implicación y el compromiso de los ayuntamientos. Sin embargo, el Gobierno de Asturias parece empeñado en remar justamente en la dirección contraria. Lo hemos visto recientemente en las políticas activas de empleo, competencia plenamente autonómica pero que se delega en los ayuntamientos precariamente, para luego abandonarlos a su suerte cuando surge algún problema. También en los servicios públicos de atención en las playas, donde no es aceptable que el ejecutivo de Javier Fernández, en lugar de cumplir con sus funciones en materia de cooperación local -obligadas en una comunidad uniprovincial, carente por tanto de Diputación- se empeñe en dejar a los ayuntamientos abandonados a su suerte inhibiéndose en las responsabilidades que hasta ahora asumía la propia administración autonómica, de forma desordenada y sin la suficiente previsión

Qué decir de la ausencia de Gobierno en el debate sobre las nuevas titulaciones universitarias, como la de Ciencias del Deporte, escudándose, a conveniencia, en la autonomía universitaria.

Urgimos al gobierno a rectificar. La izquierda plural y diversa de la que hablaba al comienzo puede y debe aprovechar la inercia del acuerdo alcanzado sobre el crédito presupuestario, poniendo nuevos asuntos en la mesa de diálogo y, dos de ellos, capitales: el nuevo modelo de financiación autonómica y la transición energética. Asturias se juega mucho en ello, pues de las decisiones trascendentales que se van a adoptar próximamente pueden influir para bien o para mal en nuestro desarrollo como Comunidad Autónoma. De la derecha, poco se puede esperar, más de lo ya visto.

En el orden interno, apostamos por garantizar un calendario legislativo para aprobar la ley de Derechos Vitales Básicos, la de Memoria Democrática o la Transparencia y Buen Gobierno. Todo ello iría asentando las bases para que Asturias pudiera contar por fin con un presupuesto de izquierdas en el periodo más próximo posible.

Sería una irresponsabilidad aplazar una vez más la agenda de cambios que necesita Asturias. La izquierda debe asumir su ese reto y dejar de favorecer políticamente a una derecha egoísta e incapaz de mostrar algún merito propio pero que saca réditos del fracaso de los demás. La sociedad ya ha gritado en la calle suficientemente y por eso es necesario que pueda verse referenciada en la política, pero, para ello, necesitamos un Gobierno que ayude, resolviendo problemas o, al menos no creando nuevos conflictos. El reto, ahora, es lograr una agenda de cambio que salve la legislatura con soluciones para la ciudadanía.

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