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ETA, final y principio

El anuncio del "cese definitivo de la actividad armada" se produjo en octubre de 2011, y desde entonces la disolución formal de ETA ha sido sólo un trámite pendiente. Ya casi nadie recuerda que ese final se produjo siendo presidente José Luis Rodríguez Zapatero, y ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba. Tampoco se suele hablar de la herencia política de ETA, que es la emergencia en el Estado español del independentismo no violento. Como la conciencia social asociaba independentismo y violencia (con casi mil muertos como prueba), ETA taponaba la vía política. De hecho menos de un año después, en septiembre de 2012, tiene lugar la Diada multitudinaria que obligó a los nacionalistas catalanes a ponerse en cabeza de movimiento tan masivo. El terrible y paradójico aserto según el cual ETA mantenía la unidad de España (a un coste en verdad insoportable) se entiende mejor hoy.

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