Estos días hemos podido leer que en las previsiones del Ejecutivo comunitario quedó reflejado que el salario real de los españoles descenderá un 0,4% tras caer un 1,6% en 2017. Siendo los españoles los únicos de la UE que bajarán su nivel adquisitivo. Según informes de Europa sobre la situación de España, se debe a que la subida del empleo se basa en contratos temporales, con sueldos muy dañados tras la crisis. Y mientras, el Gobierno sigue escudándose en que las cifras de parados han bajado. El paro baja y el salario también, y por ende la productividad del trabajador, que conlleva a un trabajo de peor calidad, que influirá negativamente en las empresas y en la economía del país. Un círculo del que España parece no salir y, mucho menos, aprender. Seguimos valorando el horario laboral en lugar de la productividad del trabajador, continuamos fomentando jornadas y situaciones poco incentivadoras, que frustran al asalariado. Olvidándonos de que sin trabajadores no hay trabajo y, por tanto, no hay productividad ni nada que vender y, así, España sigue camino del hundimiento. Mientras nos preocupe la cantidad y no la calidad, el horario en lugar del esfuerzo y olvidemos que debemos trabajar en la misma dirección, este país tiene un futuro poco alentador.