De la llamada "la Manada" estamos muy informados, mejor hubiera sido no tener que escuchar nada de ella, pero por desgracia las conductas activas y pasivas de esos cinco componentes del grupo y su víctima no se pudieron obviar, ya desde las primeras noticias que aparecieron sobre el lamentabilísimo suceso. La palabra "manada" me llamó la atención y me pareció inicialmente un augurio, pues cinco hombres que se autodenominan manada me inquietaban y ahora me siguen inquietando mucho más.

Las definiciones de la RAE (Real Academia Española) en sus dos primeras acepciones no tienen en sí mismas nada de desasosegantes, como se puede ver: "cuadrilla o pelotón de gente" o "conjunto de ciertos animales de una misma especie que andan reunidos", pero la unión de estas dos frases hace demasiado clara la asociación de "persona" con "animal", que se puso de manifiesto en aquel lamentable hecho.

Por otro lado, también me vino a la cabeza la asociación con "jauría" -"conjunto de quienes persiguen con saña a una persona o un grupo" (RAE), pues en efecto parece que allí hubo mucha saña y una persona, aunque quizá la persecución no estuviese tan clara, al menos en los inicios del drama. Con la saña tendrían mucho que ver el alcohol y las otras drogas. Y dejamos para las hormonas y los deseos sexuales tan mal dirigidos en este caso para la tercera palabra asociable "piara": "manada de cerdos" (RAE).

Aunque me parece clara la responsabilidad personal de ellos, pues iban buscando deliberadamente sexo de una manera del todo improcedente, no se puede obviar tampoco que el uso inmoderado del alcohol y del acceso y la propaganda a la liberalidad sexual ya desde los 13 o 14 años de edad, una moda terrible que lleva no sólo al desprestigio de los valores morales, sino mucho más allá, a la promiscuidad, las adicciones, la violencia y otras conductas aberrantes de tantos jóvenes. Muchos de los cuales llegan también a ser adultos desestructurados vitalmente: aquí se ven unos resultados nefastos de esa falta de responsabilidad social para dar a los niños y los jóvenes una educación en valores morales y sociales, que desde hace años apenas se ven.

Y me atrevo a extrapolar: la violencia de género no se arregla sólo con leyes, se solucionaría con educación de niños y jóvenes en valores morales y sociales.