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Saúl Fernández

Crítica / Teatro

Saúl Fernández

La mujer descompuesta y el hijo muerto

"El testamento de María", el espectáculo que se vio antes de anoche en el teatro Palacio Valdés de Avilés y que está programado hoy mismo en el Jovellanos de Gijón, es el relato de la Madre de Jesús y es también el resumen de su desconsuelo. María de Nazareth logró escapar del Calvario, después de que los romanos crucificaran a su hijo y ella perdiera toda esperanza en el futuro. "El testamento de María" no es un evangelio, no es tampoco una hagiografía... es la historia de la descomposición de una madre que ha visto a su Hijo clavado en la cruz, ensangrentado, con las piernas desquebrajadas... Y es todo esto y es también la historia del temblor de la incomprensión de la vida que rodea a una mujer superada por su presente. Con la voz y con el alma de Blanca Portillo, la Madre es cualquier madre y los espectadores, todos los hijos... El llanto desarmado rompe con los corazones fríos. Lo malo es que todos los espectadores conocemos el desarrollo de una historia sagrada contada en miles de ocasiones en estos dos mil años que van desde la pasión y muerte de Jesús de Nazareth.

Colm Tóibín es el autor de "El testamento de María". Antes que monólogo fue novela y esta genesis narrativa se deja ver en la función con gravedad: María cuenta, cuenta y cuenta. Y representa pocas veces. Agustí Villaronga, el director del montaje, mueve a su personaje de una mesa, a un pozo y del pozo a una especie de almacén simbólico. Blanca Portillo cambia de edad, cambiando de vestido... relata con meticulosidad la huida después del óbito del hijo. Y huye y huye y huye. Cuando "El testamento de María" es mejor es cuando María se detiene a contemplar su estado y a ver el camino que le ha llevado hasta allí, hasta aquella casa de Éfeso en la que los seguidores de su hijo quieren que cuente el relato de la pasión y muerte de su Hijo, mientras ella sólo quiere recordar que una vez tuvo un hijo y ya no lo tiene y no sabe por qué lo perdió y por qué lo perdió de la manera en que lo perdió.

"El testamento de María" es una trasmutación sagrada de "La Madre", de Máximo Gorki, pero sin el paso adelante de la progenitora en un momento dado, cuando la revolución llama a la puerta de casa. La vieja María de Nazareth ve a su hijo y ve a sus seguidores reunidos en casa, hablando, discutiendo y también ve los milagros de Lázaro y de las bodas de Canaan... Una madre sorprendida por un hijo que no conoce que se rodea de unos amigos que se esconden en el día de su Muerte. Y todo, al final, para llegar a la paradoja de que el Hijo de Dios tiene una madre pagana.

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