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Concejal de Somos y miembro del Consejo Ciudadano de Podemos

El socialismo del no se puede

La posición política del PSOE en los últimos tiempos

El día que nos reunimos con los representantes del grupo municipal socialista, nos explicaron que su política era la política de lo posible, que no hubo más alternativa que "externalizar" la gestión del agua o el servicio de limpieza si se quería mejorar la atención a la ciudadanía desde un ayuntamiento que dispone de pocas fuentes de ingresos pero que tiene que atender a más de 80000 personas. Cuando discutíamos sobre las condiciones salariales de la plantilla de estas empresas nos acusaron de pedir imposibles "queréis mejorar los salarios y también pedís dinero para el rescate ciudadano pero no hay para todo".

El día anterior, estábamos reunidos en la oficina y, como las puertas suelen estar abiertas, entró un señor octogenario a pedirnos, con mucho respeto, que no dejáramos gobernar a la derecha y que si hacía falta apoyáramos al PSOE. Nos dijo que siempre había votado socialista pero que en las últimas elecciones había cambiado para Podemos.

Estas dos anécdotas locales resumen la historia reciente del PSOE. La aspiración de cambio social de su base que se materializó en el triunfo del 82 y la decepción posterior. El alejamiento masivo de la participación en política y la prosperidad de una capa de funcionarios de partido que vieron en ella una forma de vida.

Un sector del aparato socialista veía las dificultades como insalvables a corto plazo pero honestamente seguía aspirando al cambio y lo fiaba al futuro, "hay que ir despacio" lamentaba, otro sector, cada vez más numeroso, se encontró muy cómodo en la pura gestión y ya no quiso caminar a ninguna parte. Ambos sectores convergen en la práctica porque no cuestionan las reglas del juego y por tanto aceptan todas sus lógicas. Nos dejaron en la OTAN para poder estar en el mercado común, privatizaron los astilleros para que fuesen rentables, flexibilizaron el mercado laboral para crear empleo, reformaron el 135 de la Constitución para dar tranquilidad a los mercados, subieron el IVA para financiar el gasto público, suprimieron el impuesto de patrimonio para impulsar la inversión, aumentaron la edad de jubilación para garantizar la sostenibilidad del sistema de pensiones? Cada paso atrás en el camino hacia una sociedad más justa encuentra una razón de ser en su manual de retórica.

La crisis vino a poner de manifiesto la debilidad del presunto estado del bienestar y a recordarnos que, como decía Pablo Iglesias Posse, el fundador, "no se puede servir a dos amos a la vez" y que estas con los de arriba o con los de abajo, "o con unos o con otros". Gran parte de su base ya no cree el discurso del sacrificio necesario en aras de un bien mayor, ya no cree el "no se puede hacer otra cosa", fundamentalmente por las contradicciones personales de quienes decían defender una idea social y luego se enriquecieron por los ilegales caminos de la corrupción o por los legales de las puertas giratorias. Mi padre ya dejó de votarles en el 86 y este veterano lo hizo hace un mes porque ya no vio necesario ese voto que practicó cada vez con menos ilusión "para frenar a la derecha". Como dijo un tío mío después de las europeas "ya no hace falta votar al PSOE". Si el descalabro no es mayor es porque juegan con el viento a favor de la costumbre y el conservadurismo de las conciencias. Existen otras personas que no tienen esa perspectiva histórica de lo que el PSOE representa y para ellas la política española es una alternancia de dos versiones del mismo programa. Durante las jornadas del movimiento 15M hicimos un juego en el Parche avilesino. Dibujamos en el suelo dos círculos, uno rojo y otro azul y preparamos unas cajas de cartón que representaban algunos hechos de nuestra historia de retrocesos: amnistía fiscal, recorte de salarios del funcionariado, subidas del IVA, privatización de la empresa X, privatización de la empresa Y, caso de corrupción A, caso de corrupción B? Pedíamos a la gente que situase la caja en el círculo rojo si creían que la paternidad era "socialista" y el azul si era "popular". Pocas personas supieron completar con acierto el juego. Para esa gente, la idea de izquierda y derecha está muy desdibujada, las viejas banderas que algunos sacan cuando quieren tapar vergüenzas ya no emocionan.

Estamos en un nuevo tiempo, el barco se hunde y los voceros de lo posible sólo encuentran una solución: quemar derechos sociales y democráticos en sus calderas. Nosotros y nosotras decimos que hay un universo de posibilidades, el problema es el sistema y se puede cambiar, claro que se puede, nos va el futuro en ello.

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