España, la cuna de Lázaro de Tormes, es tierra pródiga en trileros y catedráticos de las artes del engaño, la picaresca y el mangoneo. Y Asturias, basta mirar su historia reciente, parece una región propicia para esos taimados. El objetivo de los timos y estafas es casi siempre el mismo: engatusar y engañar a incautos incapaces de resistirse a la tentación de convertirse, de golpe y sin esfuerzo, en personas un poco más ricas. Una derivada de esta práctica, como bien se vio en el "Petromocho", es aprovechar la candidez de la gente con mando en plaza para obtener algún tipo de ventaja -económica casi siempre- a cambio de supuestas inversiones, todas ellas maravillosas en sus componendas de empleo, valor añadido y diversificación del tejido empresarial. Lo del cobre de Corvera tenía todos los ingredientes para hacer saltar las alarmas y lo raro es lo mucho que tardaron en sonar. Algo parece que hemos aprendido, pero en adelante convendría andar más prestos a la hora de chequear a los vendemotos.
