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Director cultural del Museo de la Mina de Arnao

Arnao, un espacio de enseñanza

Sobre el homenaje a Giner de los Ríos, el campamento minero y la "pedagogía ambiental"

Tengo la enorme fortuna de haber recibido en mis primeros años de aprendizaje las enseñanzas de una de las mejores generaciones de maestros que haya dado este país. Eran docentes muy jóvenes, si bien desde mi perspectiva de niño parecían gigantes viejos, que habían respirado los aires de esperanza y libertad propios de una democracia igual de tierna. Estaban llenos de apasionadas ideas y de un sentimiento renovador que lograron insuflarnos, aunque por entonces no fuésemos todavía muy conscientes de ello.

Quizá sea una de las causas por las que el oficio de enseñar me suscita un respeto reverencial y también es la causa de que todavía hoy, cuando me cruzo con mis antiguos maestros por las calles, sigan pareciéndome los mismos, como si fuesen inmunes al paso del tiempo. Todos los rostros de maestros que tejieron una parte de mi futuro han ido fusionándose en el rostro canoso de don José Manuel -siempre he mantenido el tratamiento de "don" como signo de respeto- el ideal de docente para muchos de nosotros, un espléndido educador que ejercía una autoridad cálida y protectora y a quién respetábamos y queríamos.

Él y otras muchas figuras personifican una de las profesiones más importantes que existen, una actividad esencialmente vocacional y de un anónimo heroísmo, que ha sufrido como pocas las profundas heridas de un mundo cambiante. Este año 2015 se cumple el centenario de dos muertes que tienen mucho en común. La muerte de una mina, la de Arnao, que cesó sus trabajos de explotación en 1915; y el fallecimiento en esas mismas fechas de Francisco Giner de los Ríos, el pedagogo que entre los siglos XIX y XX contribuyó a revolucionar el ambiente educativo español, estancado como el propio país en un bucle histórico.

Ambas conmemoraciones están presentes en el programa de actos que el Museo de la Mina de Arnao ha preparado para este año tan especial, puesto que ambas marcaron la trayectoria de este pueblo sin cuyos actos jamás podríamos entender muchas de nuestras formas de pensar y sentir. Durante el siglo XIX, el aprendizaje en Arnao poseía un sesgo intuitivo y provenía de la clase de ingenieros y capataces, muchos de ellos extranjeros, que inculcaban el oficio a los trabajadores de la fábrica. Pero a partir de 1913, las escuelas del Ave María se convirtieron en el espacio educativo de la aldea obrera y en un foco de extraordinaria y renovadora formación que todavía puede admirarse en la serie de recursos didácticos construidos en el patio. El magnífico edificio de las escuelas, con sus estilismos belgas en ladrillo, es una de las arquitecturas más recordadas dentro del itinerario que solemos tutelar por la aldea obrera. La omnipresente figura de Giner de los Ríos se encuentra también aquí, pues su idealismo y sus teorías fueron adaptadas de alguna manera por el padre Manjón, adalid del tipo de enseñanza aplicada en Arnao.

Hemos intentado evocar su recuerdo en las diversas iniciativas planificadas respetuosamente por el equipo que en nombre de Sadim gestiona el Museo. La Barraca Minera recupera el ejemplo de las misiones pedagógicas para difundir la historia de Arnao y de la minería. Ahora, en plena temporada estival, hemos dado a conocer otra iniciativa inspirada en lo que denominaría "pedagogía ambiental". Me refiero al campamento minero, un ámbito de educación lúdica y activa cuyos contenidos buscan situar la enseñanza de los niños y niñas en un paisaje pedagógico abierto, con el entorno de la mina y la playa y los extraordinarios recursos patrimoniales que sus habitantes han ido construyendo como perfectas escenografías. Son iniciativas proyectadas hacia el futuro que sembramos con el fin de que arraiguen y florezcan con fuerza.

Puedo adelantar en este punto que durante el mes de septiembre, una vez que el ciclo escolar se reinicie y maestros y alumnos/as retornen a sus respectivas mesas, el Museo de la Mina de Arnao, en colaboración con el ayuntamiento de Castrillón, realizará un homenaje a la memoria de Giner de los Ríos y a partir de su figura, a la memoria de todos los maestros y maestras que nos han enseñado a leer la vida. Habrá charlas y ceremonias y un momento para reflexionar sobre esta hermosa vocación que sus practicantes asumen en diversas circunstancias como buhoneros de las letras, arrastrados por un nomadismo que los conduce de colegio en colegio con sus conocimientos cargados a la espalda.

Hace cien años, en un mes de septiembre, cerró la mina de Arnao. Hace cien años nos dejó Giner de los Ríos. Un siglo después, celebramos su legado, el legado de nuestros ancestros y la herencia de este irrepetible educador que iluminó una nueva época de la que todos somos hijos y que los maestros y maestras de mi infancia -don José Manuel y otros tantos dones y doñas de imborrable recuerdo- y los docentes del Ave María representaron con admirable y abnegada dedicación.

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