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Athletic

El secreto del club bilbaíno y las simpatías que despierta

Madrid, 5 de Mayo de 1984. Zubizarreta, Urquiaga, Liceranzu, Goikoetxea, Núñez, Patxi Salinas, de Andrés, Urtubi, Dani, Endika, Argote, Manu Sarabia y Gallego, con Javier Clemente dirigiendo desde el banquillo, lograron en lo que se denominó la batalla del Bernabeu el penúltimo título del equipo de fútbol de Bilbao, el Athletic Club.

Poco mas de 31 años después, a mediados de este mes de Agosto que recientemente nos ha dejado, llegó por fin la consecución de un nuevo torneo tras varios intentos fallidos en finales de Liga Europea y Copa de España. En ambas ocasiones el mismo rival, como siempre repleto de magníficos jugadores, ahora con Messi en lugar de Diego Maradona y en las filas rojiblancas ejerciendo de Endika, Aritz Aduriz, un veterano que talmente parece que ha pactado con el diablo.

El prestigioso periódico deportivo francés "L'Equipe" describió al Athletic "como un caso único en la historia del fútbol mundial". Como se decía antes: un equipo de once aldeanos o en diferentes épocas, Iribar o Dani y diez más. "Hoy es un gran día, juega el Athletic", comentan en Bilbao, donde fluye la admiración por el club desde los padres a los hijos, un fuerte sentimiento cargado de orgullo, esfuerzo y tradición.

Únicamente los jugadores nacidos o formados en Vascongadas, Navarra y el País vasco francés pueden formar parte del equipo. Este planteamiento que aparece en la página web del club y no está plasmado en los estatutos es considerado por la práctica totalidad de la masa social como la esencia de la entidad, una tradición que progresivamente ha dificultado alcanzar el nivel del resto de competidores, primero con la llegada de los oriundos y después con la aparición en escena del caso Bosman y la globalización. El Athletic lo tiene mucho más difícil y además la fortuna no suele ser su aliada. Los mas veteranos y los aficionados a la documentación recordarán aquel balón al palo de Ibáñez en los últimos segundos contra la Juventus de Turín que pudo representar el primer campeonato europeo, título que también estuvo a punto de llegar en 2012 de la mano del "Loco" Bielsa, un entrenador que fue capaz de armar un equipo que admiró a Europa pero llegó exhausto a Bucarest.

Valorar la victoria como una recompensa al trabajo bien realizado y no como un objetivo es la apuesta. Si los campeonatos no llegan se relativiza el hecho y a mirar para adelante confiando ciegamente en la cantera. En Lezama siempre habrá un enorme número de fantásticos cachorros soñando con ser leones. Allí los chicos de las categorías inferiores lo tienen más sencillo que en otros lugares para llegar al primer equipo y esto les hace tener un gigantesca ilusión y una enorme empatía con el equipo.

"Prefiero llorar contigo antes que festejar con otros", escribió en su cuenta de Istagram uno de los últimos que lo lograron, Iker Muñaín, después de la derrota en la última final de Copa de España con concierto de pitos incluido: toda una declaración de compromiso y fidelidad, cualidades que tan bien puso de manifiesto Julen Guerrero y que han desaparecido por completo del panorama futbolístico actual donde el que único que manda es el dinero.

Aunque el club siempre se ha mantenido al margen, en los últimos tiempos existe un creciente recelo hacia él a causa de connotaciones políticas que nada tienen que ver con el deporte. A pesar de ello, el Athletic sigue despertado muchas simpatías en todas las latitudes, porque es totalmente lógico que existan aficionados capaces de valorar que el único vestigio de romanticismo que queda en el mundo del fútbol lo representa el Athletic y que prefieran elegir a David en lugar de animar a Goliath y los posibles triunfos de los canteranos por encima de la obligatoriedad de tener que ganar atiborrados de mercenarios. En las dos primeras jornadas ligueras de la actual temporada, el Sporting de Gijón escenificó magníficamente esta forma de valorar la competición.

La Supercopa de España no es en absoluto uno de los grandes títulos, pero su consecución sirve para mantener con mas fuerza aún la ilusión en que la gabarra puede seguir navegando con la filosofía actual, la única posible para que el Athletic no pierda su extraordinario encanto.

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