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Saúl Fernández

Crítica / Teatro

Saúl Fernández

La Luna se encontró sola

"Mira que me quedo sola. Como si la Luna se buscara ella misma por el cielo". Esto lo dice Yerma a Juan en medio de la segunda tragedia lorquiana, la de la vida más allá del presente y la del fracaso de esa ambición. Yerma es la mujer-poema que inventó el escritor de Fuentevaqueros cuando quiso comprender la mitad del mundo a la que él no pertenecía. La tragedia se estrenó en Madrid, en el teatro Español, con Margarita Xirgu en el papel principal. "Juanita Calamidad", cuyo estreno nacional acogió antes de anoche el teatro Palacio Valdés de Avilés, bebe los vientos soplados desde "Yerma" con la pasión de la oposición. Juanita no quiere ser Yerma, pero quiere ser Yerma. Y quiere ser futuro y desea un pasado con más amplitud que porvenir.

El dramaturgo Antonio Álamo (Córdoba, 1964), el autor de la comedia musical "Juanita Calamidad", explicó en la presentación del montaje que lo que había escrito había sido "una antiyerma": mujeres más allá de la llamada de la tierra. Lo que no explicó es que su espectáculo también era una reivindicación del País de Nunca Jamás y también una luz más en unas "Luces de bohemia", compuestas a la moderno. Y todo con pinta de sainete o, incluso, de zarzuela castiza.

Toda esta mezcla contribuyó a hacer de "Juanita Calamidad" un montaje a tener en cuenta esta temporada que está empezando; casi dos horas de pasión por la vida y también por los cuentos y, además, por el pensamiento propio en contraposición al mundo entero, que es el que dicta que las horas van pasando.

Si "Yerma" echa a andar con una nana, "Juanita Calamidad" lo hace con una copla sobre las horas agotadas y la resaca duradera. Ana López Segovia (Juanita) lo mismo canta que interpreta o escribe letras musicales. Y todo lo hace bien. Ella y Alejandra López Segovia (Alien, Rosi y anestesista) y Teresa Quintero (Loli y madre) formaron la chirigota gaditana "Las niñas". Hace diez años protagonizaron "Las chirigóticas" y aquel montaje terminó por dar nombre a la compañía que se formó para una noche y que lleva ya diez años de aquí para allá.

"Juanita Calamidad" es un sainete que se mira en el espejo de Lorca y Barrie, pero también en Dostovieski y Valle-Inclán y hasta un anuncio de esos en los que huelen las nubes. Lo mejor es un guión para escarbar referencias y lo mejor de lo mejor es su primera parte, donde Álamo se detiene en configurar un personaje anarquista, beodo y noctámbulo. En la segunda parte se da una prisa atroz por llegar al final, que es el redoble de conciencia. Algunos años después, por el sabor insípido de una vida entregada a quien no querías.Las tres actrices son perfectas en sus encarnaduras variables: la taxista macarra y lesbiana, la amiga del alma con la voluntad emborronada y Juanita, la protagonista de esta película de vaqueros... La libertad y yo, señora, somos así, que hubiera podido decir el grato Francisco Villaespesa.

Los espectadores disfrutaron de las canciones, aplaudieron los números musicales... y eso que los avilesinos son de carácter contenido. "Juanita Calamidad" parece una comedia ligera, pero en realidad es un poema trágico sobre la rendición. Y ese regusto dramático deja mal cuerpo en los espectadores, que durante algo más de dos horas se entregaron a "Las Chirigóticas".

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