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Crítica / Arte

De lo cerámico a lo pictórico

Lo geométrico y el color son dos elementos esenciales en la obra de Jesús Castañón (Gijón, 1956) que ha realizado numerosas exposiciones nacionales e internacionales, siendo uno de los ceramistas asturianos con mayor visibilidad. Y con esta nueva serie continúa un discurso encamado en la modernidad y en su tradición: la importancia del objeto, la abstracción, las manchas y las líneas; efectos paralizantes que de tanto repetirse han convertido la ruptura en canon, definiendo mucha de la creación contemporánea. Aunque a esos tiempos modernos le han sustituido otros, con desplazamientos de lo objetual a lo espacial y paisajístico, arrinconando los materiales nobles y prefiriendo los irrelevantes o incluso despreciados como artísticos, la antiforma a la forma, de tal manera que las estructuras escultóricas adquieren, en muchos casos, dimensiones performativas o fotográficas.

Sin embargo, la cerámica de Jesús Castañón -que pertenece al reducido núcleo de ceramistas españoles que ha ingresado como miembro de la Academia Internacional de la Cerámica- ha mantenido su fidelidad a lo geométrico y al color, concretamente al rojo que ha sabido "cocer" hasta otorgarle diversos tonos y texturas, desde lo áspero hasta lo sedoso, proporcionando al tacto una experiencia de visión. Sus composiciones triangulares que presentó en el Museo Antón en 2010 participaban de estos registros cromáticos que se expandían en las pinturas azulejos con una gama más amplia y rica de colores.

Esa creciente importancia de lo pictórico en sus trabajos ha condicionado su relación con el barro y sus piezas podrían definirse, más allá del volumen, por el color. En su muestra, en la galería Octógono en 2012, enfrió su gama cromática y surgieron entre grises y negros, salpicados por algún amarillo, rojo y tonos oxidados, que sobre planchas de barro de forma irregular, una especie de piezas de un puzzle, construyendo un paisaje fragmentario. Unas obras en las que se aprecia, con mayor intensidad, esa vocación pictórica que esta exposición viene a confirmar.

Si bien en sus piezas cerámicas continúa mandando la geometría, en sus pinturas la mancha, el gesto, el gusto por la materia, cierta espontaneidad creativa, una sensibilidad hacia lo táctil otorgando valor a las texturas, los colores rojos y negros protagonizando la escena. Se produce un acercamiento a la abstracción, una transformación de lo cerámico en lo pictórico. La última aventura, hasta el momento, de este artista que ha recibido la Medalla de Oro en el "XXXI Concurso Internacional de Cerámica de arte escultura para la ciudad" celebrado en Gualdo Tadino (Italia) en 1991 y el II Premio en el IV Bienal Internacional de Mosaico Contemporáneo Asociación Nacional Rumbo Buenos Aires en 2009 y ha participado en exposiciones junto a nombres tan fundamentales y renovadores de la cerámica española como Arcadio Blasco y Elena Colmeiro.

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