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Bases militares

La falta de información oficial sobre la presencia estadounidense en España

Termina un verano lleno de miseria y muerte. La crisis de refugiados está poniendo a la CE contra las cuerdas y nada hace pensar en una solución a corto plazo sino en algo que la llevará a replantearse hasta su propia existencia como tal. Una existencia falsa, solo cogida por los alfileres de la economía. Y eso no ha de servir para que, en un futuro, su realidad sea la completa unión entre sus estados, la altura política de la unión ha quedado rota y a la deriva, con una Alemania prepotente y grosera en su aparente poderío y unos países del este, miedosos, envueltos en un nacionalismo trasnochado y pasado de moda. Bruselas, como es habitual, ejerce de convidado de piedra. A todo esto, una vez más EE UU y Rusia parece que intentan mover ficha hacia una posible solución en la guerra de Siria. Es posible que ya estén satisfechos con la cantidad de muertos y desplazados y crean que ya es hora de la paz y la reconstrucción del país, donde, desde luego, ellos estarán dispuestos a llevar sus empresas para que "ayuden" en la tarea.

La crisis en Grecia fue otra de las situaciones que nos tuvo en vilo este verano y que parece ya reconducido hacia una deseada normalidad que le permita encarar el futuro sin más problemas que los propios de la política diaria.

A todo esto, y envuelta como una noticia sin mucho calado, nos encontramos con una información que nadie pareció darle la importancia que merece y que, cuanto menos, debió de ser explicada por el Gobierno con la amplitud y profusión que la llegada a nuestro país de 3.000 militares norteamericanos merece.

A estas alturas, ningún partido político desde la llegada de la democracia nos ha explicado en qué situación están esas bases. No sabemos, por ejemplo, si el territorio donde se asientan es propiedad de nuestro país o de los americanos. No sabemos si su estancia será por una determinada cantidad de años o definitiva. No sabemos si, por su estancia, pagaran un dinero o, como siempre, seremos uno más de esos países que ellos consideran del tercer mundo que utilizan y abandonan cuando ya no les conviene y no les sirven para sus propósitos.

Tener una base como lanzadera de sus maniobras en África contra el Estado Islámico no solo no tranquiliza a este país sino que nos ponen en el punto de mira de un grupo terrorista borracho de sangre, incontrolable en sus acciones y, hasta donde se conoce, que no responde ante nada ni ante nadie. Pero un grupo terrorista organizado no nace de la nada, ni en poco tiempo. Alguien, más cerca del primer mundo de lo que parece, mueve los hilos y se beneficia de sus acciones. España nunca fue un país de interés para Norteamérica. De hecho, a sus políticos y a su población les costaría mucho situarnos en el mapa. Solo es un punto geoestratégico que utilizan y olvidan a conveniencia. Pero, a la hora de pedir explicaciones, no es a ellos a los que debemos dirigirnos sino al Gobierno de turno que no considera digno de explicación, con todo lujo de detalles, algo tan importante como nuestra seguridad. ¿O es que hay algo que no podemos o debemos saber?

Este es un país de "vendepatrias", a los cuales no les importa, arruinarnos económicamente, primero, y ponernos a los pies del terrorismo internacional, después. ¿O es que ya nadie recuerda el 11-M? Desde luego, a juzgar por el comportamiento que tuvo el Gobierno del momento, del mismo partido que el de ahora, con las víctimas, no. Pero no estaría de más reflexionar sobre este tema, es demasiado grave para dejar la decisión en manos del Ejecutivo de turno. A todos nos afecta y todos deberíamos de tener la última palabra.

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