Me decido a escribir estas líneas acordándome de algunos compañeros con los que he coincido en algún viaje y que, cuando yo les decía que esos viajes desaparecerían con este Gobierno, me decían escandalizados que mi sectarismo me obligaba a inventar cosas que nunca sucederían. "Lo que hemos conseguido no nos lo podrá quitar nadie", decían junto a otras muchas frases de similar significado. Ahora los recuerdo y, como de algunos no tengo noticias, aprovecho este escrito por si alguno me leyera. Seguramente algunos dirán que no han desaparecido y que hubo un error informático y se recuperarán en breve, o disculpas parecidas. Pero, de momento, y aunque se reanudarán pronto por las presiones hoteleras -los demás perjudicados estamos callados-, ya se han quitado de encima unos meses y ya han ganado unos cuantos euros en la tardanza.
Así se hacen las cosas, dejándolas morir. Ésa es la táctica de este Gobierno, esperar a que las cosas se mueran por sí solas y así nos pasa ante el silencio de los perjudicados, que no salimos a la calle a reclamar aquello que habíamos ganado y, como tantas otras cosas, perdemos y/o perderemos sin que nos hayamos dado cuenta o, al menos, sin que nadie levante la voz ante hechos como éstos y otros que son incluso de mayor relevancia que éstos.
No hay quien defienda la conservación de este servicio público que tan bien les venía a los jubilados y que tanto facilitó puestos de trabajo y rentabilidad a los establecimientos hoteleros.
Alguna voz de estos últimos se ha escuchado sin que nadie haya explicado claramente por qué han desaparecido los viajes y cuándo se van a recuperar; si ésa es la voluntad del Gobierno y, si no van a reanudarse, que se diga el porqué.
Ya nos vamos acostumbrando a callar y las cosas ganadas a pulso y establecidas por anteriores gobiernos desaparecen o se restringen poco a poco. De lo que sí se habla es de la herencia recibida.
¿Esta herencia de los viajes del Imserso es también una herencia recibida para mal y, por eso, hay que hacerla desaparecer? Muchas preguntas y ninguna respuesta.
A mis amigos y compañeros de algún viaje quiero recordarles alguna discusión tenida al respecto.
Lamento haber acertado en mis pronósticos y me gustaría tener que tragarme lo dicho en este escrito, aunque ya se han perdido meses.
Me quedo con la tranquilidad personal de que, al menos, un servidor no se ha callado ante demasiado silencio, en este caso y en tantos otros naturalmente más graves.
