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Escritor

El jabalí es el rey

El privilegiado trato administrativo que reciben los cerdos salvajes y que los convierte en "intocables"

La semana pasada contaban en este periódico que los jabalíes han establecido dos rutas urbanas para salir de paseo. Unas veces cruzan por La Vegona, para subir a San Martín de Laspra, y otras suelen hacerlo por la avenida de El Campón para ir a Salinas o a Raíces Viejo. Esas son sus preferencias. Y como, al parecer, todos los días salen de marcha, los vecinos que transitan por esos sitios están alarmados. Temen atropellar o ser atropellados por un jabalí en cualquier momento. Sobre todo en horas cercanas al amanecer o el anochecer, que es cuando los bichos van o vuelven de juerga y se condensa mayor densidad de tráfico.

No se advierte de que pueda ocurrir un accidente, de hecho ya han ocurrido varios y, con todo, dice mucho en favor de quienes transitan por esa zona que reclamen una solución antes de lanzarse a comprar escopetas.

Está bien que reclamen pero, en este caso, tal vez no sepan que las autoridades hace tiempo que han resuelto el problema por el procedimiento de a grandes males grandes remedios. Es decir, aprobando una ley que equipara al jabalí con el Rey por cuanto que le otorga una protección jurídica cuyo alcance implica la exención total de responsabilidad penal, civil o administrativa en el ejercicio de las funciones que le son propias. De modo que quienes transitan por El Campón o La Vegona ya pueden reclamar más farolas o mejores alcantarillas, porque si lo que reclaman es que se actúe contra el jabalí, adiós muy buenas. Suceda lo que suceda, el atropellado siempre será usted. Es lo que dice la ley. Dice que será declarado culpable y no recibirá indemnización alguna por daños, ya sean en su vehículo o en su cuerpo. Da lo mismo que le abollen el capó del coche que usted sufra lesiones graves o encuentre, incluso, la muerte. En ningún caso recibirá ni un euro. Ahora, eso sí, tanto usted, como sus familiares, sí es que fallece, pueden estar tranquilos pues la ley también establece que no le exigirán pagar una multa ni el importe del jabalí muerto.

Si quieren que sea sincero, no me molesta que equiparen al jabalí con el Rey. Entiéndanlo bien, no cambien el orden y digan que lo dije al revés. Dije lo que dije y lo mantengo. Los políticos han ido más allá de otorgar al jabalí un aforamiento como el que ellos disfrutan. Le han dado inmunidad. Y no por qué se sientan responsables de las penurias que pasan los jabalíes para satisfacer un instinto básico como es comer y crean que están en su derecho de cruzar por aquí o por allá. No es por eso. Han hecho esa ley para que se libren de pagar los dueños de los cotos de caza y la Administración Pública. Está pensada para que ellos se laven las manos y paguemos los de siempre, que somos usted y yo, si tenemos la desgracia de que un jabalí nos atropella.

Dicen las estadísticas que, anualmente, se producen entre 15.000 y 20.000 accidentes por irrupciones o atropellos de fauna silvestre en las vías de circulación. Pues bien, de esos accidentes, de todos los accidentes con animales, no se hace cargo nadie. Ni los cotos de caza, ni la Administración Pública ni el seguro del coche. Y todo porque la ley considera que el conductor es culpable.

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