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Torres Quevedo en el Ateneo Jovellanos

Sobre la conferencia de Fernando Balbuena en la que repasó los grandes científicos e inventores españoles de los siglos XIX y XX

El gijonés afincado en Avilés Fernando Balbuena cerró su ciclo de conferencias en el Ateneo Jovellanos de Gijón sobre los grandes científicos e inventores españoles de los siglos XIX y XX, apenas conocidos y muy olvidados por la política cultural que desprecia cuanto ignora. Para el doctor y politólogo F. Balbuena el caso de España con sus grandes hombres científicos e investigadores es desolador por cuanto, por un mimetismo inconsistente, admira todo lo extranjero y apenas se preocupa de lo propio. Don Fernando, con emoción contenida y con firmeza, con noble sentido del patriotismo, virtud cívica hoy escarnecida por una progresía sin más argumento que la fobia a lo español alimentada de los tópicos reaccionarios basados en la leyenda negra, reivindicó las grandes figuras científicas españolas Para don Fernando, hombre culto y prudente, el caso español es singular porque mientras se conoce y se admira la aportación española a las bellas artes y a la literatura ( el Greco, Cervantes?) apenas conoce el nombre de algunos científicos e investigadores que han supuesto un hito en la historia de la ciencia. El mito de los españoles como ignorantes y fanáticos propagado por los enemigos de España, entre los que ocupan un lugar los mismos españoles que son los que más y peor hablan de España, fue ayer reducido al ridículo por don Fernando, cuando con entusiasmo y documentación disertó sobre la gran figura de la ciencia española de los siglos XIX y XX Leonardo Torres Quevedo, inventor polifacético y singular. Hablar de Torres Quevedo es hablar de dirigibles, de los que fue el inventor, a él se debe la construcción del dirigible trasatlántico "Hispania"; es hablar de transbordadores y funiculares; es hablar de mandos a distancia o telecontrol, el famoso telekine, de cuyas particularidades ofreció una demostración en Bilbao en 1905 ante el rey Alfonso XIII. Es hablar de máquina de calcular. Es hablar del autómata ajedrecista, un aparato de ajedrez que podía jugar solo con rey y torre. Pero Torres Quevedo era también un sabio humanista preocupado por temas tan importante como la pedagogía y educación; así para ayudar a los educadores ideó máquinas, como el proyecto didáctico. No acaban aquí las proezas inventivas de Torres Quevedo pues inventó el puntero proyectable , el abuelo del puntero láser. A Leonardo Torres Quevedo se debe también el inventó lingüístico del esperanto, intento de sistema de comunicación universal, que como afirmó don Fernando Balbuena, no llegó triunfar por la soberbia de Francia que pensaba que el francés, entonces la lengua diplomática, perdería ese privilegio.

Concluyó el doctor Balbuena su conferencia ensalzando la vida familiar de buen esposo y buen padre del cántabro genial que es Torres Quevedo. No es de extrañar que en el coloquio posterior alguien comparase a Torres Quevedo con Steve Jobs, salvadas las distancias.

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