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Músico

Roja directa, Mariano

La aversión del presidente a los debates

Uno de los peores gestos que conozco, uno de los que más rechazo me producen en el ser humano, es la cobardía. Tal vez porque en alguna ocasión la practiqué y no me dejó dormir durante días. Tal vez porque la sufrí a causa de terceros creando escenas y situaciones lamentables que podrían haberse evitado.

Compañeros de trabajo cobardes, parejas cobardes, amigos cobardes, familiares cobardes... Todos los hemos sufrido y muchos nos han sufrido a nosotros. Hasta aquí entra dentro de lo normal. De lo normal, quiero decir, como seres humanos que somos, por norma un 80% de hipocresía y un 20% de agua, lo queramos o no.

Como buen ser humano que soy, no importa si de Avilés o del Puerto de Santa María, alguna vez tiré la piedra y escondí la mano, igual que otras veces otros la tiraron y el que visitó urgencias fue servidor. Todo normal, como digo, es la mismísima condición humana funcionando a pleno rendimiento la que nos hace tan defectuosos y destructivos. Uno llega a asumirlo con la violencia del paso de los años.

Sin dispersarnos, es la cobardía, como decía, uno de los defectos que no soporto. Aguantable a un nivel medio, va en el pack, hay que contar con ella, pero insoportable cuando el que la practica es alguien de la responsabilidad de un presidente de gobierno. Y si es el mío, y va y lo es, ni te cuento.

Hay que tener la cara de cemento armado para dar una rueda de prensa en diferido, con un vídeo grabado y emitido por una televisión ante decenas de periodistas acreditados. Mucha cara, mucha cobardía, que es a lo que vamos, y muy poca educación para con los profesionales del sector de medios de comunicación que allí estaban con los ojos como platos, entre la estupefacción y las ganas contenidas de empezar a romper cosas.

Tras la pantomima del plasma, donde el señor presidente tomó el pelo a 40 millones de españoles y, sobremanera, al puñado de periodistas allí acreditados para la rueda de prensa, ayer me entero de que tendremos el debate electoral deseado, ése en el que las cuatro fuerzas dominantes ahora (hecho de menos a Izquierda Unida, todo hay que decirlo) debatirán cara a cara contándonos unas propuestas que, a priori, ninguno puede justificar. Ese es otro debate, claro. Seguimos con la cobardía.

Cual es la sorpresa ver que Rajoy no acudirá al debate y que, en su lugar, envía a esa sucesora "derechil" en potencia, que es Soraya Sáez de Santamaría. Problemas de agenda, dicen desde el gabinete de comunicación del PP. Joyas como la de no disponer del don de la ubicuidad oigo esta mañana, mientras leo que Rajoy comenta ahora partidos para la Cope.

Sin palabras. O si, pero no tengo aquí espacio para responder a semejante muestra de desfachatez y cobardía.

Como no es mi finalidad como músico actuar en La Primera durante la gala de Nochevieja, no me importa cerrarme puertas diciendo este tipo de cosas. No me importa, de verdad.

Lo de Nochevieja, en realidad, no deja de ser tan playback como lo del plasma.

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