El veto del Principado que impide a los arqueólogos investigar en el castro de Podes mientras los tesoros prehistóricos del yacimiento gozoniego se caen a cachos al mar por culpa del oleaje es el colmo de los despropósitos administrativos. Nadie ha explicado a los especialistas por qué tienen prohibido acercarse hasta el acantilado para evitar que se pierdan piezas de relevante valor patrimonial, como unos restos cerámicos recién desaparecidos, ni nadie ha ordenado tampoco que se haga una inspección técnica sobre el terreno. Hasta ahora, la Consejería de Cultura se ha limitado a dar un "no porque sí", a pesar de que los solicitantes están dispuestos a pagar de su bolsillo el estudio. La respuesta ha dejado de piedra también a los vecinos, que ven con buenos ojos indagar en el antiguo asentamiento, el segundo mayor de este tipo en la costa central de Asturias, sólo superado por el gijonés de la Campa Torres. Cosas extrañas de una burocracia digna del Neolítico.
