Algo huele mal en el colector de la ría. Las obras para construir la instalación destinada a evacuar a altamar los vertidos que emite la industria pesada concluyeron hace años, pero todo sigue tan parado como el primer día. Este retraso, uno más en el tortuoso calendario del plan de saneamiento ideado en 1992, tiene que ver ahora con el choque entre el Principado y varias empresas por el coste económico del pretratamiento, como si no hubieran tenido tiempo suficiente para hablar de este asunto. Mientras unos y otros se ponen de acuerdo, los residuos siguen llegando al estuario, a pesar de la millonaria inversión económica para mejorar su estado, que se pagó con el dinero de todos. Confiemos en una solución o, al menos, en una explicación, antes de que las ranas críen pelo.
