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Doctor en Ciencias Políticas y Sociología

El malvado Maquiavelo

La sobredosis de mensajes políticos a la que está sometida la sociedad española

La enorme abundancia de comentarios políticos con que todos los medios y redes sociales nos bombardean a diario no se debe solo a estar en vísperas electorales, sino a una intoxicación cuidadosamente elaborada desde las instancias directivas de los partidos.

Se procede de este modo, machacón y cansino, para "crear conciencia" y mantener a sus hipotéticos votantes lo más fieles posibles a las diversas ideologías con las que se disputan ferozmente unos a otros el Gobierno de la nación. Sin embargo, resulta bastante chocante el hecho de que siendo ahora ciertos profesores de Ciencia Política los nuevos redentores de la servidumbre escasamente democrática a la que estamos sometidos los ciudadanos de a pie, no se sigan ni se citen las extraordinarias enseñanzas del político por excelencia que fue Nicolás Maquiavelo, quien, a pesar de haber vivido en el Renacimiento, tiene en sus escritos una notable actualidad. Así, ahora que es moda atacar furiosamente a la religión, podríamos citar los consejos que al respecto daba Maquiavelo a su Príncipe:

"Verdaderamente nunca hubo un legislador que diese leyes extraordinarias a un pueblo y no recurriese a Dios (?) porque la religión produjo buenas costumbres, las buenas costumbres engendraron buena fortuna y de la buena fortuna nació el feliz éxito de sus empresas. Y del mismo modo que el fomento del culto divino es causa de la grandeza de las repúblicas, así el desprecio es causa de su ruina".

Esto dice a propósito de la religión, pero en cuanto a la economía y al que ahora llamamos desarrollo sostenible, también es muy de tener en cuenta el siguiente párrafo:

"Un príncipe debe mostrarse admirador del talento, acogiendo a los hombres virtuosos y honrados, a los que sobresalen en algún arte. Además debe animar a sus conciudadanos para que puedan ejercer pacíficamente sus actividades, ya sea en el comercio, la agricultura o en cualquiera otra actividad económica, haciendo que nadie tema mejorar su posición por miedo a que se deteriore al abrir un nuevo negocio por causa de los impuestos(?) porque los hombres olvidan antes el asesinato de su padre que el expolio de su patrimonio".

Podríamos llenar páginas y páginas con consejos de parecido tenor, ya que en síntesis, Maquiavelo, a lo largo de sus dos obras políticas fundamentales, "El Príncipe" y los "Discursos" aconsejaba al gobernante siempre y ante todo, el respeto a las creencias y la moderación en la exacción de impuestos. Es cierto que la derecha tradicional ultramontana, criticó a Maquiavelo porque también aconsejaba al Príncipe el disimulo, la prudencia y no cumplir las promesas que se demostraran perjudiciales para el Estado. Por ello se le tachó de cínico y a los de mi generación se nos enseñó, desde la escuela y desde el púlpito, que sus obras eran perjudiciales para la buena formación de la juventud. Pero ahora, los que lean desde la izquierda los párrafos que hemos transcrito, harán también de Maquiavelo una "bestia negra" y lo ignorarán y, desde luego, será tachado de cualquier manual de historia política, porque tampoco comulga nuestro hombre con la presión impositiva creciente sobre las herencias, los beneficios empresariales y los mil y un modos que los que gobiernan saben imponer. Maquiavelo fue pragmático y leal para el Príncipe y para el pueblo, pero ya dice Don Jacinto Benavente, recogiendo un viejo refrán español: "Por ser con todos leal, ser para todos traidor".

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