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Cabos sueltos

La pesca y el papeleo

Hubo un tiempo en que las dos únicas preocupaciones de los pescadores eran, por este orden, volver sanos y salvos a puerto y tratar de cargar las redes con pescado. Tal simpleza dejó de serlo en cuanto la Administración decidió encorsetar la actividad con normativas de lo más variopinto que lo mismo afectaron a la seguridad a bordo que a las artes de pesca, a cómo tienen que ser los botiquines o a la calidad del trapo de la bandera. Y los pescadores pasaron por el aro. Luego llegó Bruselas con el sistema de asignación de capturas (cupos) en función de criterios más políticos que otra cosa y la flota del Cantábrico las empezó a pasar canutas. Pero como aún había margen para dar más vueltas de tuerca, a quienes gobiernan los temas de la pesca sin haber visto en su vida un chalano se les ocurrió poner a los pescadores a rellenar formularios. Y así, ahora pescar es lo de menos, lo que importa es que el papeleo esté al día. O los empapelan.

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