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El Savoy sigue abierto

Tributo a José Luis Alvite cuando se cumplen dos años de su marcha

"Me han diagnosticado un cáncer de pulmón y otro de colon. Nunca pensé que envidiaría el estado de mi coche". Así se expresaba José Luis Alvite poco después de escuchar este grave diagnóstico médico a finales de 2013. Fue el comienzo de su dura batalla contra la enfermedad, aunque opinaba que no se le daba nada bien la lucha y decía que la vida le había enseñado a pelear siempre acostado porque era la única forma de no caer.

"Me levantaré cada mañana con la esperanza de que la muerte siga dormida", también escribió. Pero la muy desgraciada despertó y se dio de bruces contra él. Había definido la vida como "esa costumbre de la que cuesta trabajo desprenderse" y desafortunadamente el 15 de enero de 2014, hace ahora ya dos años, le tocó la hora de hacerlo, seis decenios y medio después de su nacimiento en Santiago de Compostela.

Su primera ocupación laboral fue como empleado de banca, profesión que simultaneó durante cierto tiempo con la literatura hasta que, por suerte para todos los que le seguíamos, optó por quedarse únicamente con el folio de papel y la máquina de escribir. "Diario16", "Faro de Vigo", "La Voz de Galicia", "La Razón" y LA NUEVA ESPAÑA fueron algunos de los periódicos que tuvieron el acierto de publicar su exquisita prosa.

"El fracaso es el único sitio en el que puedes sentirte seguro, nadie intenta quitarte el último puesto". "La insensatez me ha dejado casi siempre mejores sensaciones que el sentido común". "Soy un intruso en mi propia biografía". "A veces la vida pone en tu camino una mujer fascinante, muchacho, y entonces sabes que la echarás de menos porque las mujeres fascinantes están de paso". "Se encontraba tan solo que no le importaría abrazarse a un balazo". "La sinceridad consiste en contar siempre la misma mentira". "La televisión es una cosa que merece la pena encenderse durante los apagones". Esta relación es tan solo una diminuta muestra de las numerosas frases ingeniosas intercaladas en sus columnas, artículos y libros, frases que inevitablemente abocan a que el lector aparque y se baje de la narración central para disfrutar y reflexionar sobre ellas. Desbordaba ocurrencia e imaginación, Alvite era un alquimista del lenguaje, un genio del símil y de la metáfora.

"No quieran conocerme, no se pierden gran cosa". "Lo mejor de mi curriculum es la grapa". "A veces pienso que mi mala reputación ha salvado mi prestigio". Los textos de este escritor no entrañan solamente una fantástica ironía, también transmiten una enorme capacidad para relativizar las coyunturas de la vida y una atractiva modestia. Modestia, casi nada, esa hija de la clase y de la inteligencia, una cualidad cuya bajísima frecuencia en el mundo actual es muy fácil de constatar, basta con observar la elevada densidad de listos, entendidos y presumidos que habitan por metro cuadrado en todos los ámbitos de nuestra sociedad.

Colaborador habitual en el programa matutino que Carlos Herrera dirigía en Onda Cero, su último artículo lo escribió en forma de una emotiva carta al presentador, el cual la leyó en antena, siendo también publicada en la contraportada de "La Razón". Comenzaba diciéndole que "por primera vez no puedo culpar de mi ausencia a la desidia ni alegar que una monada ciega de Denver me salió al paso y sin motivo alguno se encaprichó conmigo", recordando después que conocer su dolencia representó para él un mazazo: "fue una de esas pocas veces en mi vida que la peor noticia no me la da Hacienda". Terminaba pidiéndole que si no volvía al programa pensara que el motivo fue porque se empeñó "en el estúpido sueño de llegar por ferrocarril a una ciudad sin tren". Como no podía ser de otra manera, se despidió disparando raudales de irónico humor por los cuatro costados.

Cuando los creadores se marchan, nunca llevan en la maleta su obra. Un detalle mágico que hace posible que sigan presentes entre los que quedamos aquí abajo. El Savoy estaba y estará siempre abierto, por lo menos para algunos, los que disfrutamos con el talento de Alvite a través de sus narraciones llenas de humor negro, jazz, humo de tabaco, alcohol, señoras interesantes en tránsito y otros sorprendentes personajes. Seguiré pasándome y seguro que te veré por allí, maestro.

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