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Ayudante del Rey | Gaspar en Avilés

La cabalgata que casi nadie vio

Anécdotas y emociones durante el recorrido de los Reyes Magos por la ciudad esta semana

Querida Avilés:

Tras recorrer medio mundo en poco más de dos días y desde nuestro descanso invernal llega el momento del balance y de los agradecimientos.

Son muchos años los que llevamos repartiendo regalos, alegría y felicidad. Lo mismo que tanto Melchor como Baltasar y yo mismo llevamos recibiendo y que los pasados martes y miércoles volvimos a llevarnos de Avilés.

¡Qué recibimiento! Nuestra llegada a través de la ría nos permitió comprobar cómo esta ciudad vuelve a mirar hacia al mar. El mismo en el que casi acaba el bueno de Baltasar debido a un inoportuno traspié.

Riesgos de usar zapatos de dos tallas más grandes de las habituales y unas hermosas capas que configuraron nuestros trajes, venidos de tierras mediterráneas. ¡Más de cinco kilos de ropajes que, a pesar de nuestra pericia, en algunos momentos a punto estuvieron de dar con nosotros en el suelo!

Afortunadamente algo que no sucedió en las pistas del complejo deportivo Avilés donde junto a nuestras carrozas esperaba un séquito de caballos y bueyes conveniente y naturalmente "aliviados" antes de iniciar el recorrido por las calles de Avilés.

María, Raquel, Andrea, Rubén, Ana? cómo se esmeraron ellas y otros muchos en un complicado trabajo de coordinar a casi 300 personas y tres reyes a los que en algún caso la barba se convirtió en un problemilla difícil de mantener en su sitio.

Ya desde nuestras carrozas, un auténtico espectáculo ciudadano con el que no pudo la lluvia y el frío. Por encima de ellos estuvieron la risa, la alegría, la esperanza y, cómo no, las ganas de algún caramelo real. Algo fácilmente de conseguir si se tiene en cuenta que en nuestras manos pusieron 700 kilos de caramelos sin gluten y aptos incluso para dentaduras postizas.

Qué gustosa e impresionante fue la llegada a plaza del ayuntamiento y qué reconfortante, una vez más, ver de cerca la cara de los niños y niñas de Avilés: atentos, felices, sorprendidos y, sobre todo, expectantes.

Tanto o más que los que nos esperaban en el Hospital San Agustín, un escenario poco propicio para los regalos pero que gracias a la sensibilidad de sus profesionales durante unas horas se convirtió en una embajada real. Para los más pequeños y para los mayores, ya que fueron muchos y muchas los que buscaron una foto con nosotros. Esperamos que los regalos, la voluntad y, sobre todo, la gran profesionalidad de la plantilla permitan que Christian, Nerea, las gemelas de dos meses... estén pronto en su casa.

También nos acordamos de los "otros niños" con los que estuvimos el miércoles en las residencias de Cantos y el Nodo, así como en el asilo. ¿Cómo explicar la cara de Antonina al ver entrar a Melchor?; o la risa de Ramonín cuando Baltasar le entregó su bufanda.

Con más voluntad que fuerzas, aplaudieron la visita de los reyes y nos dejaron claro que en esta vida hace más el que quiere que el que puede. ¡O la que puede!!! Porque es imposible no emocionarse al ver como una "niña" de 92 años te canta un villancico con tanto sentimiento; y es imposible evitar una risa al conocer a Irundina, quien reconoce ser la propietaria única de la sede del asilo, que por cierto le fue cedido, nada más y nada menos, que por los duques de Alba.

¿Cuántos besos, abrazos, cariño y paciencia hacen falta para cuidar a nuestros mayores? Pues la mayoría los encontramos en los trabajadores y en los voluntarios que no escatiman ni tiempo ni esfuerzo para que un asilo sea su casa y no un mero punto y final.

Gracias a todos y a todas por habernos ofrecido un año más la reconocida hospitalidad de una tierra querida y que quiere. ¡Prometemos volver el próximo año y a ver si de una vez se ponen de acuerdo para que podamos cruzar desde la ría sin pasos a nivel!

Con cariño y emoción.

El Rey Gaspar.

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