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Saúl Fernández

Las desventuras modernas de Lázaro

"La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades" la escribió algún alguien a mediados del siglo XVI y, desde entonces, no ha parado de crecer. De aquella historia parte la literatura moderna española: la que incluye novelas que protagonizan tipos de andar por casa, pobres abandonados por la vida, soldados sin matices heroicos. La nada más absoluta. Antes de que el anónimo escritor dotara de voz al primer pícaro, la literatura era cosa de tipos gigantes: caballeros fantásticos, territorios legendarios y héroes mitológicos. Y es que el arte literario tardó casi dos milenios en superar los preceptos aristotélicos que repartía los géneros literarios en función de la clase social de sus receptores. La tragedia es ilustre y, en consecuencia, la comedia, vulgar. Lo insinuó Umberto Eco en "El nombre de la rosa", ya lo saben.

Así pues, el "Lazarillo de Tormes" inventó la modernidad. Y en esa modernidad se sigue manteniendo. El viernes pasado, las compañías "Hilo Producciones" y "Teatro del Cuervo" presentaron en el Palacio Valdés "Anónimo", una traslación casi redonda de la novela renacentista al decoro más actual, al del siglo XXI, "reality show" incluido. Su primer acierto. Los otros fueron los cambios sobre las tablas, la escenografía intercambiable y una banda sonora del todo heterogénea.

Sandro Cordero -versionista en crecimiento- describe un Lázaro conformista -siempre lo fue-, pero se recrea en unos alrededores que lindan el delito: ladrones, maltratadores, estafadores, torturadores... La vida de Lázaro no fue feliz, pero todos los que la contemplan sonríen con fervor. Con "Anónimo" sigue la estela "I love Catalina": Shakespeare a lo moderno, pero no sólo eso, también teatro dentro del teatro y, además, enseñanza para espectadores. "Prodesse et delectare". Cordero presenta una locura clásica y moderna y las sonrisas de los que contemplaron el estreno nacional lo celebraron.

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