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Concejal de Somos en Avilés

Pistoleros 2.0

En los años 60, al calor del primer boom inmobiliario, surge un tipo de empresario español especializado en proporcionar mano de obra barata a las grandes constructoras. No produce nada, su beneficio procede del diferencial entre el precio acordado con la empresa y los salarios que él paga. Para ese negocio de tráfico laboral no se necesitan grandes inversiones. Su perfil es el de un antiguo trabajador del sector que forma sociedad con algún capataz de una constructora que consigue obra a cambio de una comisión. En una época en la que los cines se llenaban los fines de semana para ver "Río Grande" o "Los 7 magníficos", ver a aquellos personajes entrando en los bares de Madrid a buscar cuatro escayolistas recordaba a John Wayne irrumpiendo en el salón a formar una cuadrilla para perseguir a un cuatrero, así que se les bautizó como "los pistoleros".

Los pistoleros iniciaron su carrera en la frontera de la ley, un poco dentro y un poco fuera. Con el tiempo, unos legalizaron su situación aprovechando que los márgenes de la ley se movían para acogerlos y otros continuaron explotando el otro margen. En el pasado boom inmobiliario vivieron su mejor época reclutando inmigrantes por las plazas y con el pinchazo de la burbuja llegaron sus vacas flacas.

Como en la conquista del Oeste, hay que caminar hacia el horizonte y buscar nuevas oportunidades. De la construcción pronto saltaron a nuevos sectores y encontraron en los servicios públicos territorios que colonizar. Surge entonces un nuevo tipo de pistolero, una nueva versión que mantiene puras ciertas esencias. Como la versión original, aprovecha el diferencial entre el precio de licitación y el salario del peor convenio posible, como la versión original vive en los límites de la ley y si puede consigue sus contratos por alianza con alguien de la casa y, como la versión original, existe porque la administración, igual que la gran empresa, quiere abaratar el gasto en mano de obra y desentenderse de los conflictos de personal.

Empresas multiservicios como Urbaser, Eulen, Azvase, Aser o Ilunion subastan, se llevan el servicio, aprovechan las posibilidades que les da una legislación laboral cada vez más favorable y luego renuevan o saltan a otro. En el Ayuntamiento de Avilés, los nuevos pistoleros ya se llevan 1 de cada 5 euros del presupuesto. Se puede ver en un parque a un jardinero con la chaqueta del Ayuntamiento y en otro parque a otro con la chaqueta de una empresa haciendo el mismo trabajo por 300 euros menos, la misma diferencia que en el servicio de limpieza entre la mayoría de la plantilla y unos pocos antiguos empleados municipales a los que se les mantienen las condiciones de trabajo del convenio. Cuando surgen problemas, la administración se lava las manos. Los vigilantes de seguridad del Hospital San Agustín y de otros siete edificios públicos cayeron en manos de una empresa que no les paga salarios desde noviembre. Acuden a la administración y la administración les lee el periódico.

Los viejos pistoleros solían tener el domicilio social en su casa, los nuevos apenas tienen inmovilizado material. La plantilla es flotante, pueden tener contrato con mil personas un día y otras mil diferentes al siguiente porque hoy tienen las actividades deportivas de la Fundación Deportiva Municipal y mañana la gestión de un geriátrico o el mantenimiento de la Universidad. En sus webs se ve gente feliz recibiendo sus servicios y gente feliz prestándolos por el salario mínimo, colores pastel y blanco, diseño minimalista. Los pistoleros 2.0 ya no son personajes de cazadora de 3/4 y medio puro en la boca. La banda del tren ahora trabaja para el gobernador.

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