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Instituciones, siglas y personalismos

Las fatales consecuencias que puede tener la libertad de acción concedida a Pedro Sánchez

Estamos ya en el penúltimo acto del esperpento nacional. El país parece inerme para salir del laberinto que se ha creado desde la intransigencia y el repudio entre las fuerzas políticas y muy especialmente la actitud protagonizada por Pedro Sánchez. Será muy difícil la corrección si no se alcanza un mínimo de madurez que haga distinguir a la clase política, y a la opinión pública, entre instituciones, siglas y personalismos. Entre Estado y Gobierno, entre España y partitocracia, bien común y poder, dinero público y despilfarro, corrupción y control, crítica y difamación, solidaridad y nacionalismos y más y más.

Las palabras a veces confunden torticeramente, dependiendo de la intencionalidad del actor. Unas veces te acosan con estabilidad y otras con progresía, haciendo trampa en la brújula.

Como alguna vez se ha dicho, citando a Marx, confiemos en que no se cumpla su profecía: "La Historia se repite, primero como tragedia, luego como comedia". Ahora mismo está fracasando el intento de un pacto de Estado, escrito o no, que permita continuar con los esfuerzos para superar los sacrificios de la crisis y recoger los primeros resultados positivos. Hay que superar el paro y embridar el independentismo. Poner la atención en programas mesiánicos, en aventurerismos no homologables, mantener el acomplejamiento ante los nacionalistas o negar el diálogo con capacidad de transigir son posiciones y comportamientos que podrían propiciar la resurrección de las dos Españas, un monstruo cainita con planes de permanencia.

España está por encima de Mariano Rajoy Pedro Sánchez. Sobran personalismos, mientras algunos palanganean con la estabilidad y la unidad, buscando apoyos inconfesables, dentro y fuera, o en grupos de una intelectualidad desfasada, autocalificados de progresistas, que todavía siguen confundiendo franquismo con patriotismo. Es revelador que hasta Alfonso Guerra haya salido al quite, denunciando las equidistancias culpables de algunos foros y tertulias mediáticas y el camino suicida del PSOE si insiste en amistades peligrosas.

Con la legislatura cerrada y de cara a la que nos espera, merece tener en cuenta las macrocifras de resultados, destacando especialmente que España creció un 3,2% en 2015, el doble que Alemania y el triple que Francia; que propició una caída histórica de 680.000 parados y la creación de más de medio millón de nuevos empleos. Es destacable que gracias al conjunto de medidas que dan estabilidad al país, 68 millones de turistas internacionales escogieron España. Naturalmente que hay sombras, como la elevada deuda pública y que la hucha de las pensiones se ha menguado en 32.000 millones de euros. Pero a pesar de todo España, hoy por hoy, mantiene una velocidad de crucero suficiente para afrontar, con éxito, los próximos tres años.

Todo está en peligro si se decide dar opción de gobierno a quienes reiteran su propósito de reventar el sistema, optando por modelos tan "eficaces" como los de Maduro o tan fanáticos como los iraníes.

Estamos al borde del caos, sin pocas esperanzas después de que las "no conclusiones" del Comité Federal del PSOE, celebrado ayer, se haya pronunciado, salvo alguna honrosa excepción, por dar libertad a Pedro Sánchez en su estrategia de pactos.

Estos días, muchos miles de españoles que votaron al PP se preguntan por la clase de peste, ébola o kinza que llevan consigo para que un político de tercera fila, con estatura intelectual inversamente proporcional a la física, con un curriculum vitae vacío de referencias laborales y académicas, sin un mal servicio a la comunidad, pretenda expulsarlos de la convivencia . Otros no entienden que un partido como el PSOE derive hacia las asambleas populistas. Seguimos sin diferenciar instituciones, siglas y personalismos.

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