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Médico traumatólogo

La muerte de Jesús a través de los ojos de un médico

Explicación del sufrimiento físico que generaba la crucifixión

La crucifixión es un método utilizado desde antiguo, de tortura y ejecución, con el que se pretendía, aparte de la ejecución o escarmiento del implicado, el terror psicológico de las masas, ya que el individuo sometido a este tormento era exhibido ante el pueblo para que nadie desafiara la autoridad y mantener a la población bajo control.

La crucifixión era un sistema de ejecución romano para esclavos, rebeldes y también para delincuentes, Este método era, en tiempos de Jesús, practicado únicamente por los romanos y no podían dictarlo los judíos. En tiempos de Jesús, "ninguna institución judía, ni el Sanedrín podría imponer la pena de crucifixión".

Una de las crucifixiones más famosas y numerosas fue la que sufrió el esclavo y exgladiador Espartaco y 6.000 de los soldados de su ejército después de que humillaran en numerosas batallas al ejército romano. Los cuerpos de estos soldados fueron crucificados y colocados en los más de 200 kilómetros que separaban Capua de Roma, en la Vía Apia. Esta visión provocaba verdadero terror en todo el que caminaba por esta vía y servía de escarmiento para que no volvieran a ocurrir hecho parecidos.

El texto bíblico nos narra que Jesús cayó varias veces camino del Calvario, cargando el peso del madero. La verdad es que en las crucifixiones no siempre sucedía así. A veces, se conducía directamente al reo al lugar de crucifixión, donde ya estaban las cruces dispuestas. Pero el caso de Jesús fue singular. La cruz estaba compuesta por un "patibulum" o palo horizontal cuyo peso sería de entre 34 y 60 kilogramos y el "stipes", el palo vertical de la cruz, que solía estar plantado en el lugar del suplicio. Por eso, Jesús en el camino hacia el Gólgota pudo haber llevado atado sobre sus espaldas el patíbulo. Los evangelios no hablan de las caídas de Jesús, es la tradición cristiana quien ha incorporado tres caídas durante su traslado. Para el traslado del "patibulum", los romanos tuvieron que echar mano de un hombre llamado Simón de Cirene (Mateo 27.32; Marcos 15:21; Lucas 23:26).

En contra de las representaciones pictóricas, la cruz no solía ser elevada, los pies del reo se encontraban a uno o dos pies del suelo. Esto era debido a que la cruz se colocaba en posición vertical con el reo ya inmovilizado en ella, los soldados se encargaban de levantar la cruz por medio de cuerdas con su propia fuerza y hubiese sido complicado elevar una cruz de gran altura.

La víctima no siempre era sujetada con clavos a 1a cruz sino que lo habitual era simplemente atarlos con cuerdas, ya que era más rápido y práctico y más fácil subirlos y bajarlos. Cuando se utilizaban los clavos, estudios forenses recientes demuestran que puede que las imágenes y representaciones que tenemos de los crucificados no sean tan veraces. Los clavos de los brazos son representados en la palma de la mano, pero es poco probable que se pusieran en esa zona, ya que los tejidos acabarían desgarrándose y caería de la cruz, ya que en esa zona sólo es posible soportar 20 o 30 kilogramos de peso. Los romanos colocaban los clavos en las muñecas, entre los huesos largos de los brazos (radio y cúbito), ya que es el método más sencillo y estable. Un tercer método, también muy estable, es hacer pasar el clavo entre los huesos de la muñeca, concretamente por el espacio de Desiot, pero sería terriblemente doloso ya que el nervio mediano que da sensibilidad al antebrazo y la mano pasa por esa zona. Para asegurar la estabilidad, se fijaban las manos con cuerdas. Una vez clavadas las manos, se atravesaban los pies.

Se suele representar al ejecutado con un pie sobre otro y un clavo que los atraviesa, pero ésta quizá no era la mejor forma de crucificar a alguien. Para que se soportara el peso de la víctima en la cruz, era más práctico poner los pies en paralelo y que un clavo atravesara los huesos de cada tobillo hasta el poste vertical. Así se conseguía una superficie estable de apoyo que permitía al crucificado poder arquearse y alzarse, facilitando la respiración y alargando la agonía. Con los pies superpuestos, se impedía que se pudieran arquear las rodillas y la víctima prácticamente no podía respirar, con lo cual se aceleraba la muerte.

No hay ninguna postura cómoda en la cruz, en la que estés libre de dolor. Si intentas izarte y respirar, estás fatigando los músculos y la postura es realmente molesta. Cuando te dejas caer para descansar los músculos, el dolor en las manos y los pies es insoportable ya que los clavos están presionando los nervios. A esto hay que añadir la dificultad para respirar y el constante roce de la espalda lacerada con la áspera madera de la cruz. Si le añadimos los traumatismos internos que puede tener como los daños en el corazón por las caídas al transportar el "patibulum", la exposición al sol y la deshidratación, tenemos una de las muertes más duras, crueles y dolorosas.

Existen vestigios arqueológicos sobre la crucifixión en Palestina. En 1968, durante las excavaciones realizadas en Jerusalén a unos dos kilómetros de la Puerta de Damasco, se hallaron los restos de 35 personas del siglo I después de Cristo, entre los cadáveres había el de un hombre que había muerto crucificado. Sus restos se hallaban en un osario donde aparecía su nombre, Yehohanán. Se trataba de un varón de entre 24 y 28 años y de 1,67 metros de altura.

El profesor Haas, del departamento de Anatomía de la Universidad Hebrea de Jerusalén, examinó los restos llegando a la conclusión de que este hombre crucificado fue colocado con ambos pies clavados a un madero de olivo, mediante un único clavo de hierro de 18 centímetros de longitud que atravesó de forma lateral un soporte de madera, ideado para dificultar la movilidad de las piernas del crucificado y seguidamente el clavo penetró en el "calcaneum" o hueso del talón de Yehohanán. Los brazos estaban sujetos a un poste de madera mediante clavos que atravesaban el hueso de las muñecas. En esa posición, el cuerpo cae progresivamente sobre su propio peso, impidiendo la respiración y produciendo de forma agónica la asfixia del condenado.

Las tibias de Yehohanán estaban rotas debido a un golpe infringido con una especie de maza, algo que les sucedió a los dos delincuentes crucificados junto a Jesús (Juan 19, 32). La fractura de las piernas, denominada "crurifragium" o "skelokopia", impediría la reincorporación del crucificado, produciéndole una asfixia en pocos minutos.

En 1989, David A. Ball, autor del libro "The Crucifixión and Death of a Man Called Jesús: from the Eyes of a Physician" ("La crucifixión y muerte de un hombre llamado Jesús: a través de los ojos de un médico") simuló una crucifixión utilizando cuerdas y ganchos en vez de clavos. De esta manera, pudo comprobar que con las muñecas clavadas a la cruz y el cuerpo suspendido, los pulmones estirados quedan hiperinflados y la única forma de respirar es elevar el cuerpo, y si no se eleva el cuerpo, la muerte se produciría después de cierto tiempo, por asfixia.

El doctor José Antonio Lorente, especialista en Medicina Legal y Forense y profesor titular de Medicina Legal de la Universidad de Granada, concluyó que la causa inmediata de la muerte de Jesús fue debido a hipoxia-anoxia (hipoxia es disminución de la concentración de oxígeno en la sangre y anoxia es la ausencia total de oxígeno en la misma) cerebral, consecuencia de hipovolemia (disminución del volumen de sangre) posthemorrágica, de insuficiencia respiratoria mecánica (incapacidad para respirar adecuadamente por falta de movilidad) por graves lesiones en músculos intercostales, y de insuficiencia cardiaca.

Cuanto más estirada estaba la víctima, cuanto más atadas tenía las manos, antes moría. Una persona con las manos atadas por encima de la cabeza tiene graves dificultades para respirar. Los músculos intercostales están completamente extendidos, las costillas plenamente extendidas y el pecho se llena de aire pasivamente. Para poder espirar y expulsar el aire viciado rico en CO2 la víctima tendría que izarse a sí misma para liberar la presión de esos músculos y exhalar. El esfuerzo agota u la víctima, que acaba muriendo por agotamiento. Para acelerar la muerte, muchas veces se golpeaban las piernas del ejecutado con un palo de madera, hasta rompérselas, quitándole así el punto de apoyo para poder izarse y seguir respirando, acelerando su muerte.

Destacar del examen del profesor Lorente que Jesús, en su agonía, pudo haber padecido el "síndrome de aplastamiento" debido a la cantidad de golpes recibidos en los mismos lugares y también a una "irritación de las pleuras o membranas que rodean los pulmones". Esto último origina una pleuritis con una acumulación de líquido entre las pleuras, lo que se identifica con Juan 19.34: "Pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua". El líquido que se acumula entre las pleuras se denomina "exudado", que en este caso sería de apariencia transparente similar al agua y acompañado de sangre debida las lesiones propias en las arterias y venas de la zona.

Una reflexión sobre todos estos datos nos hace ver lo inhumano y cruel que era una crucifixión.

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