Que los coches contaminen en el centro de Avilés lo mismo que las chimeneas de los alrededores, según un informe elaborado por el Principado, pone de relieve graves deficiencias en las políticas medioambientales, que se han olvidado hasta ahora de la reducción del tráfico rodado. Estos datos corroboran que la ciudad necesita cuanto antes un plan de movilidad a gran escala, que potencie el transporte público frente a la costumbre de ponerse al volante para ir a comprar el pan. No es ninguna utopía. En Pontevedra, con poco más de 80.000 habitantes, una ría con actividad portuaria e industrial y un casco antiguo peatonal (¿parecidos razonables?) han logrado acabar con más de un treinta por ciento de las partículas dañinas en el último lustro gracias a la mejora de las líneas de autobús urbano y a la construcción de carriles-bici. Para que acelere la lucha contra la polución, hay que aparcar las medias tintas.
