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Se acaba el tiempo

Ante los últimos días para que los partidos lleguen a acuerdos de cara a formar Gobierno

Hasta el último momento, teniendo el día 21 como fecha tope, no podrá asegurarse si Pedro Sánchez opta por la rendición, tragando las humillantes condiciones, ofertas y contraofertas de Pablo Iglesias, en el mejor ejercicio de desconcierto y tactismo que ha conocido la política española.

No es previsible que, a falta de un minuto, marque el teléfono azul de la Moncloa, no el de Génova, para intentar negociar una mínima fórmula de compromiso temporal que permita evitar la convocatoria de comicios. Pero esta opción, dadas las circunstancias y aunque exija la deglución de una buena ración de anfibios, tiene como premio participar en el poder y tener alguna capacidad para ofrecer al partido unos cientos o miles de puestos y cargos, práctica habitual en todo cambio, y mantener la estabilidad en las listas actuales, frente a los confusos resultados de unas elecciones. La otra ventaja sería reforzar el débil hilo del que depende su continuidad como secretario general del PSOE, haciendo olvidar los fracasos de investidura y las malas urnas del 20-D.

La explicación de la marcha atrás y el levantamiento de los vetos se fundamentaría en un patriótico sacrificio en beneficio del país y de los grupos sociales más deprimidos, que reclaman las reformas sociales prometidas. En definitiva, como el remedio para enmendar la política de Mariano Rajoy, pero desde dentro.

En política, como en otros aspectos de la vida, lo que importa son los resultados por encima de las palabras, como insistía Pablo Iglesias en su página. A estas alturas, eso de la credibilidad política importa cada vez menos.

La alternativa de abandonar Pedro Sánchez a su socio Ciudadanos para pactar con Podemos tiene riesgos perfectamente detectados, incluida la sustitución ideológica, tal como ha advertido el propio portavoz parlamentario Íñigo Errejón, de cómo sería el Gobierno a compartir. El próximo lunes conoceremos el resultado de la consulta a las bases de Podemos, ratificando la opción de un Gobierno "a la valenciana". Una paella en trance de pasar para Pedro Sánchez.

El PP parece fuera del escenario, esperando como Don Mendo a descender de la cumbre para dar el farolazo. Hasta ayer mismo, el objetivo de la oposición era echar a Rajoy a cualquier precio y alianza, ahora importa más impedir las elecciones, renegando si es preciso de pactos y acuerdos. Desde el patio de butacas se aprecia una sensación de última hora de que el PSOE transmite derrotismo por encima del maquillaje de urgencia. El mismo Pedro Sánchez da signos de desfondamiento a causa de las vigilias y descaros de Pablo Iglesias. Al revés que Mariano Rajoy, que con su quietismo y caza a la espera, tiene ahorradas todas las energías para el último acto.

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