La eterna campaña electoral que vive España tiene repercusiones directas en la inmensa mayoría de las ciudades que, como Avilés, cuentan desde el pasado mayo con plenos fragmentados y gobiernos en franca minoría. Porque mientras no se conozca al futuro inquilino de La Moncloa, los acuerdos estables para garantizar un mínimo proyecto seguirán siendo pura quimera en la plaza de España. Así, entre pitos y flautas, mítines y eslóganes, ya es casi seguro que la mitad de este mandato municipal transcurrirá a la espera de que las direcciones nacionales de los partidos alumbren un pacto que, como pronto, será el próximo mes de septiembre, si nadie pone remedio de última hora a la inminente repetición de las generales. Mientras, a nivel local, las formaciones calientan también sus maquinarias para otra cita con las urnas. Las decisiones que de verdad afectan a los ciudadanos siguen durmiendo el sueño de los justos.
