La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Vita brevis

"Say yay"

Sobre la canción elegida por España para concursar en el Festival de Eurovisión

Las horas tontas, que todo el mundo tiene a lo largo del día, son los momentos adecuados para encender el televisor. Se coge el mando y se pone uno a buscar cadenas al tuntún, sin ninguna otra finalidad que encontrar algo que le llame la atención. Ciertamente es una tarea titánica y no es difícil que le salgan agujetas en el dedo pulgar de la mano derecha, de tanto pulsar el programador hacia arriba y hacia abajo, pasando setenta veces siete por cada emisora, una y otra vez. Generalmente se acaba perdiendo toda esperanza y, en un momento determinado, se abandona la búsqueda, dando un merecido descanso a ese dedo que la sabia evolución de la especie humana ha hecho oponible, lo que constituye una gran ventaja para realizar hábiles maniobras, como la que infructuosamente nos ocupa.

En ese trance se puede uno encontrar con una manada de leonas acechando a un impala en el Serengueti para darse una merendola. Dependiendo de la hora, uno se puede quedar frito con esos programas ecológicos, de igual modo que si el azar nos ha puesto delante de unas excavaciones arqueológicas del Imperio Inca en Tiwantinsuyu. Es posible también que acabemos con una película que ya hemos visto miles de veces, que tampoco está nada mal para irnos a la cama antes de lo previsto. Quizá se encuentre por parajes exóticos con algún viajero ridículo, que pone cara de asco llevándose a la boca una cucaracha rustida típica del lugar, o enfrentado a un cocinero guisando de comer platos imposibles entre chistes espantosos. Lo más probable, porque es lo más frecuente, es que veamos a unos sujetos que ya son como de nuestra familia, en una perpetua tertulia política, y da igual de qué cadena se trate, porque siempre son los mismos en todas ellas, hablando siempre con la enorme seguridad que da su notoria ignorancia. La misma probabilidad máxima existe para que la tertulia en cuestión sea una batalla de injurias entre bujarrones, señoras operadas estéticamente hasta del cielo de la boca y otras gentes cuya única profesión conocida es ser famosas por orear en público sus miserias y guarrerías.

En estas estamos cuando, sorprendentemente, sale en la pantalla una señora algo gótica y que recuerda a las hijas de Zapatero, pero con pantalones ajustados y en plan sexi. Peina parte del pelo recogido con un moño estilo "arriba España", como de los años cuarenta, pero algo ladeado y con un largo flequillo curvado al desdén que le cubre la mitad de la cara y que, en la práctica, la deja tuerta del ojo derecho. Esta individua emergente de la música canta con una música de esas que se califican como pop que, o sea y a saber, no es otra cosa que ligera. Son esas canciones tan en boga porque son pegadizas y que, por una razón de momento incomprensible, las cantan con grandes y agudísimos chillidos que trepanan el cerebro, lo que para algunos es bastante intrascendente por razón de la escasa funcionalidad del que cubren bajo el cráneo.

La joven, de repente, se arranca: "Hello, hello, Mr. Fighter./ Look, there we go again?/ Go-getters don't forsake./ They never walow in their fate".

Esta canción se titula "Say yay", que significa "Di sí", en inglés barriobajero, y la cantante es una española que se hace llamar Barei, que es bien cursi. Pero, amigo mío, uno se entera con estupor que esa es la canción que va a representar a España en el Festival de Eurovisión. Medio siglo lleva participando España en ese horrendo certamen y siempre lo ha hecho peor que mejor, pero en español, que es un idioma universal. Pues, ¡ea! Por primera vez lo va a hacer con una canción en inglés, precisamente en el año en que se cumplen cuatro siglos del fallecimiento de Cervantes. Di que sí, anda.

Compartir el artículo

stats