El pacto cerrado ayer en Madrid, cerveza en mano, por Pablo Iglesias y por Alberto Garzón para que Podemos e Izquierda Unida concurran con las mismas listas a las próximas elecciones generales promete una campaña de emociones fuertes para muchos de los dirigentes de ambas formaciones en la comarca. No sólo porque la tan cacareada confluencia levanta casi tantas sensibilidades como militantes hay, sino porque las posiciones que mantienen unos y otros con respecto a temas fundamentales son casi antagónicas en algún concejo. No es precisamente el caso de Avilés, donde el entendimiento en el espectro político situado a la izquierda del PSOE abunda más que falta. Pero sí puede serlo el de Castrillón, donde como poco será curioso contemplar a algunos ilustres pedir el voto para la papeleta unitaria. La otra opción que les queda es pasarse el próximo mes y medio metidos en casa.
