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Ventanal

La crisis británica nos afecta

Las repercusiones que tendría en España la salida de Gran Bretaña de la UE

Encerrados estos meses en el círculo de nuestros problemas políticos, azuzados por la inminencia de otro encuentro con las urnas que desgraciadamente tampoco parece resolutorio, quizás hemos perdido atención a otros asuntos que suceden a vecinos cercanos.

Ocurrió ayer. A la pregunta de que opinaba del "Brexit", el otro contertulio respondió que para él funcionaba muy bien el "Sintron" y no pensaba cambiar de medicamento. Es un despiste aislado porque también están los que siguen atentos las encuestas que se publican en Gran Bretaña sobre si triunfarán los partidarios del "Bremain" -permanecer en la UE- o los del "Brexit" -salir de la UE, dar la espalda a Bruselas-. El asesinato de la diputada laborista añade nuevo interés informativo.

Una postura aislacionista de la opinión pública considera que allá los británicos con sus trifulcas y que si se van -"no caerá esa breva" ha escrito Carlos Herrera- la UE tendrá menos dolores de cabeza. Hace ya bastante tiempo que la globalización impuso sus condiciones y si además los acontecimientos diferenciales se producen dentro de un club, teóricamente regulado y con socios exquisitos, que alguien amenace con dar el portazo forzosamente suscita grave preocupación para el conjunto y en diferentes grados para el resto de los miembros de la UE.

Las relaciones Gran Bretaña y España, aparte del contencioso sobre Gibraltar, son las de dos países amigos y aliados con una red de intereses económicos y sociales muy extensa. En España viven alrededor de 700.000 británicos bajo diferentes circunstancias. Más de 300.000 como residentes pensionistas y el resto con alguna actividad laboral; por el contrario, 200.000 españoles viven en el Reino Unido trabajando en sectores de servicios. El intercambio económico supera los 50.000 millones de euros y grandes empresas españolas se han instalado allí, destacando el Banco Santander, Ferrovial, Grifols, Zara, Iberdrola, ACS, Telefónica y trescientas más. La presencia empresarial británica en nuestro país es muy notable en los sectores financieros, de transporte y servicios, con grandes y medianas empresas y una intensa participación accionarial.

Todo este entrecruzamiento de actividades e intereses puede quedar trastocado si ambos cambian su condición de comunitarios por la de extranjeros en sus respectivos centros de actividad. El cambio puede ser especialmente preocupante en el área de prestación de servicios sanitarios y sociales a los miles de jubilados británicos que optaron por domiciliarse en España, y en cierto modo para los españoles residentes en el Reino Unido, a menos que de forma rápida se llegasen a acuerdos bilaterales de continuidad.

Aquí no se ha explicado suficientemente que ante la posible crisis económica de Gran Bretaña, anunciada tanto por el FMI como el propio Gobierno de Londres, si triunfa el "Brexit" afectaría directamente a nuestro entramado económico, a empresas punteras del IBEX, refugio del ahorro minoritario; e incluso al turismo al caer la cotización de la libra, lo que encarece el gasto vacacional y finalmente restringiría los mercados afectando al empleo.

En España hay nueve millones de personas que tienen sus ahorros, o ahorrillos, en renta variable accionarial, una cantidad entorno a los 183.000 millones de euros. La Bolsa es extraordinariamente sensible a la incertidumbre; habrá que ver que ocurre el 23-J, pero lo que suceda en el Reino Unido y en la City nos afectará, y no es un temor especulativo.

Al margen de estas consideraciones, es de lamentar que si los británicos dan marcha atrás para no abandonar la UE lo hagan por motivos económicos y no porque aún crean en la Europa cooperativa y cohesionada para hacer frente a los desafíos en política exterior, defensa, seguridad y lucha contra la pobreza que la justifican.

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