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Cromosomas cromáticos

La luz se encuentra fijada al ADN pictórico de Pablo Armesto (Schaffhausen, Suiza, 1970) desde la obra "Eureka" que presentó, en el año 2000, en la Sala Astragal, que tendría su continuidad en el 2001 con la instalación "Umbrales" que mostró en el Centro Cultural Antiguo Instituto de Gijón hasta la pieza "Secuencias 24" (2005-2008) que formó parte de la exposición "Banquete, nodos y redes" (2009), comisariada Karin Ohlenschläger y organizada por Laboral Centro de Arte y Creación Industrial y el ZKM de Karlsruhe (Alemania).

En ese recorrido, la pintura se fue volviendo híbrida e indeterminada, recorriendo y reconociendo el espacio, inmersa en modos tecnológicos, transmutada en escultura o tornándose inmaterial, una fuente de luz. Hubo momentos para homenajear a los constructivistas, para explorar las inmediaciones del minimalismo, para aproximarse a lo arquitectónico y otros instantes para las derivas escultóricas, materializando los píxeles, como sucedió en la instalación realizada con cartón y luz negra en las cocinas de Laboral con motivo de "Arenas movedizas" (2011).

"Secuencias 24" se presentó, por primera vez, inserta en un contexto que rastreaba el binomio arte-vida en relación a los avances tecno-científicos y su relación con los lenguajes emergentes. La instalación se compone de veinticuatro estructuras de neopreno y siete kilómetros de fibra óptica trenzada a cada pieza, creando diferentes secuencias de luz -pasando de forma pautada por toda una escala cromática- que recuerdan las relaciones combinatorias de los cromosomas, contando para la realización con el asesoramientos científico de e-biolab e Instituto Nacional de Bioinformática-INB. Además , os ventiladores de las fuentes de alimentación producen un sonido similar a una respiración lo que acrecienta la percepción de encontrarnos ante un entorno vital. En este sentido "cada gen -señala Mónica Solé- opera como un nodo que se puede activar (on) o desactivar (off), actuando como un interruptor binario que responde en función de las señales específicas que recibe y que a su vez dependen de la actividad de otros genes".

Pero más allá de sus filiaciones con la tecnología la instalación habita en un ecosistema pictórico, en un barroquismo donde la belleza puede modificarse, sorprendiendo a cada momento con movimiento, luces y sombras, provocando una fluidez de ritmos lumínicos que se suceden excitando los hilos de fibra.

La muerte y la vida juegan en nuestra genética de un modo intenso, como esta luz que se vuelve presencia, fugacidad, apogeo de una métrica repetitiva y, sin embargo, siempre distinta. En la sala del complejo cultural As Quintas la tecnología tiene una escala humana que convirte el espacio en una capilla de meditación y allí donde los patrones genéticos se autoorganizan y se replican paradójicamente nos conducen hacia un estado de serenidad, envueltos en los cromosomas cromáticos, como sucedía con las vidrieras, aperturas en los muros para dejar que la luz construyera las formas de color en las que reposaba la mirada de los caminantes.

La exposición se completa con una serie de cuadros con presencia de texturas e impactos lumínicos, de claroscuros, de atmósferas nostálgicas y entornos blanquecinos misteriosos que favorecen ambientes poéticos.

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